En un impactante giro de los acontecimientos tras un devastador atentado suicida cerca del tribunal de Islamabad que mató a 12 personas, Jamaat-ul-Ahrar, una facción del Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP), inicialmente se atribuyó la responsabilidad del ataque. Sin embargo, esta afirmación fue rápidamente refutada por los líderes del grupo, Sarbakaf Mohmand, y el portavoz del TTP, Muhammad Khurasani, quienes negaron la participación de su facción en el incidente.
Las secuelas de los atentados provocaron fuertes reacciones de los líderes paquistaníes que señalaron con el dedo a los países vecinos, especialmente a India y Afganistán. En respuesta a estas acusaciones, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la India, Randhir Jaiswal, desestimó categóricamente las afirmaciones de Pakistán como «infundadas e infundadas» y las calificó como parte de una estrategia predecible para desviar la atención interna de los problemas internos. Hizo hincapié en que la comunidad internacional es muy consciente de las realidades sobre el terreno y es poco probable que se deje influenciar por los intentos de Pakistán de presentar a la India bajo una luz negativa.
Una declaración supuestamente del grupo terrorista talibán paquistaní describió el ataque como un ataque dirigido a funcionarios judiciales. El grupo dijo: «Nuestro combatiente atacó la Comisión Judicial en Islamabad. Los jueces, abogados y funcionarios que gobernaban bajo las leyes antiislámicas de Pakistán fueron atacados». También emitieron una escalofriante advertencia y prometieron continuar los ataques hasta que la ley islámica Sharia se implemente plenamente en el país.
El Primer Ministro Shehbaz Sharif describió el incidente como una manifestación del “terrorismo patrocinado por el Estado de la India”, a pesar de las críticas dirigidas al propio historial de Pakistán de albergar a grupos terroristas. Apoyando esta historia, el Ministro de Defensa Khawaja Asif afirmó: “Estamos en un estado de guerra”, mientras instaba a los líderes de Afganistán a controlar los elementos terroristas que operan al otro lado de la frontera. El ministro del Interior, Mohsin Naqvi, se hizo eco de estos sentimientos y atribuyó los atentados a “elementos respaldados por la India y representantes de los talibanes afganos”.
A medida que se desarrolla la situación, el marcado contraste entre las narrativas de Pakistán y las respuestas de sus vecinos ilustra las crecientes tensiones en la región, alimentadas por los trágicos acontecimientos de Islamabad. Las consecuencias de los bombardeos amenazan con empeorar los conflictos existentes y complicar las relaciones diplomáticas en el sur de Asia.



