El miedo y la ansiedad se han apoderado de la pequeña comunidad cristiana de Bangladesh después de una serie de ataques con bombas contra lugares religiosos y una escuela católica. La policía ha confirmado que, aunque no se registraron heridos, los incidentes tenían claramente la intención de sembrar el terror entre este grupo minoritario, que está formado por alrededor de 500.000 personas en un país de 170 millones de habitantes.
Las autoridades están investigando si los tres ataques que ocurrieron recientemente están conectados o son incidentes separados. El portavoz de la policía de Dacca, Muhammad Talebur Rahman, destacó que estos actos violentos tienen como objetivo intimidar a la comunidad. Comentó el inquietante telón de fondo de malestar político en curso que ha envuelto a Bangladesh desde el derrocamiento del gobierno de Sheikh Hasina hace más de un año, una agitación política que coincide con las próximas elecciones en febrero de 2026.
Los residentes de la comunidad afectada han expresado su profundo sentimiento de inquietud. Un graduado universitario de 25 años, que optó por permanecer en el anonimato, compartió el miedo generalizado que se siente durante los servicios religiosos: “Muchos de nosotros sentimos una sensación inquietante cuando vamos a la iglesia”, explicó, ilustrando la atmósfera generalizada de miedo que persistía en la congregación.
El primer ataque tuvo lugar el 8 de octubre en la Iglesia Católica del Santo Rosario, la iglesia más antigua de Bangladesh, fundada por misioneros portugueses en el siglo XVII. Después de esto, dos sitios católicos más fueron atacados la noche del 13 de octubre: la Catedral de Santa María y la Escuela y Colegio San José.
Nirmal Rozario, presidente de la Asociación Cristiana de Bangladesh, informó que una tosca bomba explotó frente a la Catedral de Santa María. Sorprendentemente, a pesar del ataque, aproximadamente 500 feligreses asistieron a los servicios al día siguiente. La policía indicó que los atacantes llegaron en una motocicleta, arrojaron una bomba en el terreno de la escuela y huyeron del lugar, acentuando aún más la inseguridad de la comunidad.
A pesar de las crecientes preocupaciones, el hermano Chandan Benedict Gomes, director de St. Joseph’s, confirmó que las clases continuaban con normalidad. “Hay preocupación entre el personal y los estudiantes, pero estamos comprometidos a mantener un sentido de normalidad”, afirmó, destacando la resiliencia de la comunidad en medio del caos.
En un contexto más amplio, el líder interino Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz de 85 años, ha asegurado activamente a los ciudadanos que las elecciones se llevarán a cabo según lo planeado a pesar de la violencia reciente. El ambiente político sigue siendo tenso, con los principales partidos lanzando sus campañas, que ya han terminado en caos, como lo demuestra un tiroteo en un mitin del Partido Nacional de Bangladesh.
Para restablecer aún más el orden, la policía anunció recompensas en efectivo por la recuperación de más de 1.300 armas de fuego incautadas durante los disturbios civiles del año pasado. A medida que la situación evoluciona, la comunidad cristiana, junto con la población en general, navega estos tiempos turbulentos con una mirada atenta y un temor aumentado.



