Joyas de los Habsburgo encontradas en un banco canadiense después de 85 años


Recientemente ha ocurrido un giro increíble que revela que las preciosas joyas de la familia Habsburgo, que durante mucho tiempo se creyeron perdidas, robadas o revendidas, en realidad están muy vivas. Estos tesoros históricos estuvieron en un banco canadiense durante casi 85 años y salieron a la luz a petición de los descendientes de los Habsburgo.

La historia fue publicada por el New York Times y despertó un interés generalizado. Los archiduques Lorenz y Simeón de Habsburgo-Lothringen, descendientes directos de Zita de Borbón-Parma, se han puesto en contacto con los medios de comunicación para confirmar que estas joyas permanecerán en préstamo a largo plazo en Canadá. Este gesto marca su agradecimiento al país que acogió a su abuela Zita durante la Segunda Guerra Mundial.

Los Archiduques, que hablan con emoción de su patrimonio, no han desvelado el valor monetario de estas joyas, pero destacan su carácter impagable. En particular, el lote incluye el famoso diamante florentino de 137,27 quilates, conocido por su forma de pera y su rica historia, que perteneció a varias figuras históricas destacadas, entre ellas María Antonieta y Napoleón.

Las Joyas de la Corona de los Habsburgo fueron declaradas desaparecidas en 1922, después de que Carlos I las guardara en un banco suizo. Su misterioso viaje ha alimentado durante mucho tiempo la especulación. Según los archiduques, estos tesoros nunca desaparecieron, sino que Zita los guardó en un banco canadiense mientras vivía en Quebec.

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Después de la Primera Guerra Mundial, la Familia Imperial buscó asilo en varios países europeos, huyendo de la amenaza de los nazis. Zita, viuda, encontró finalmente refugio en Quebec, donde vivió con sus hijos de 1940 a 1948. Esta elección, inspirada en la identidad europea y católica de la ciudad, permitió conservar estas joyas con total seguridad.

El secreto de la ubicación de las joyas se transmitió silenciosamente de generación en generación a través de la familia, y la prudencia dictaba que sólo unos pocos herederos conocían su existencia hasta una edad avanzada. La decisión de conservar estos tesoros en Canadá fue tomada colectivamente por la familia Habsburgo. Antes de la revelación de esta historia, se pidió a los joyeros austriacos que autentificaran las piedras preciosas.

Este anuncio provocó reacciones, especialmente de expertos como Charles A. Coulombe, quien expresó su sorpresa y alegría por el descubrimiento de las joyas. Este último subraya que, a pesar de las difíciles circunstancias de su exilio, Carlos y Zita nunca pensaron en vender estos objetos, considerándolos patrimonio de su país y de su pueblo.

Sin embargo, la devolución de estas joyas también ha planteado dudas sobre la recuperación. El vicecanciller austriaco anunció la apertura inmediata de una investigación para determinar si el diamante florentino en particular pertenece al Estado austriaco. Los Archiduques, por su parte, afirman que estas piezas son de su propiedad personal.

También se está discutiendo la posibilidad de exhibir las joyas en Canadá, y el gobierno de Quebec muestra interés en resaltar esta historia única. El Ministro de Cultura ya está trabajando con el Museo Nacional de Bellas Artes de Québec para explorar las opciones disponibles, aunque reconoce que la seguridad será una preocupación importante, especialmente después de los recientes y espectaculares robos de arte.

Este fascinante desarrollo sigue atrayendo la atención, revelando parte de la historia familiar de los Habsburgo oculta durante mucho tiempo y destacando la riqueza cultural e histórica que comparten Canadá y Austria.



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