La Universidad de Cornell ha llegado a un importante acuerdo con la administración Trump que incluye un pago de 60 millones de dólares y se adhiere a la interpretación de la administración de las leyes de derechos civiles. Esta decisión tiene como objetivo recuperar más de $250 millones en fondos federales para investigación que anteriormente fueron retenidos debido a investigaciones sobre presuntas violaciones de derechos civiles.
El presidente de Cornell, Michael Kotlikoff, anunció el acuerdo, afirmando que mantiene la libertad académica de la universidad y al mismo tiempo le permite reconstruir su asociación con el gobierno federal. El acuerdo incluye un pago directo de 30 millones de dólares al gobierno de Estados Unidos, junto con 30 millones de dólares adicionales destinados a investigación agrícola destinada a apoyar a los agricultores estadounidenses.
El acuerdo se suma a una serie de acuerdos celebrados entre la administración Trump y universidades de élite, que han sido objeto de escrutinio por lo que la administración considera tolerancia al antisemitismo y la promoción de ideales de extrema izquierda. En particular, la Universidad de Harvard sigue en un punto muerto con la administración, que recientemente comenzó a ofrecer acceso preferencial a la financiación federal a las escuelas que se alinean con su postura política.
Según Kotlikoff, el acuerdo refuerza el compromiso de la universidad con los principios críticos para su excelencia e independencia. El acuerdo de seis páginas guarda similitudes con uno firmado el mes pasado por la Universidad de Virginia, pero se considera menos prescriptivo que otros acuerdos recientes de instituciones como la Universidad de Columbia y la Universidad de Brown.
En respuesta a los recientes acontecimientos, el capítulo de Cornell de la Asociación Estadounidense de Profesores Universitarios ha expresado su preocupación por la posible amenaza a la libertad académica. Señalaron que el acuerdo podría alentar una mayor extralimitación del gobierno al cerrar acuerdos en lo que consideran circunstancias apremiantes. David Bateman, presidente del capítulo, expresó su preocupación de que el cumplimiento de la interpretación gubernamental de las leyes de derechos civiles podría tener consecuencias duraderas para la autonomía de la universidad.
El acuerdo requiere que Cornell se adhiera a las interpretaciones del gobierno sobre el antisemitismo, la discriminación racial y cuestiones relacionadas con la política transgénero. Un memorando del Departamento de Justicia que pide a las universidades que eliminen los programas de diversidad, equidad e inclusión se utilizará como herramienta de capacitación para profesores y personal. Además, la Universidad debe proporcionar datos completos de admisiones para verificar el cumplimiento de los mandatos federales con respecto a las consideraciones raciales en las admisiones, especialmente a la luz del fallo de la Corte Suprema de 2023 que puso fin a la acción afirmativa.
La secretaria de Educación, Linda McMahon, describió el acuerdo como transformador y destacó el enfoque en “el mérito, el rigor y la búsqueda de la verdad” en la educación superior estadounidense. La procuradora general Pam Bondi reforzó la idea de que las universidades deben cumplir plenamente con las leyes federales de derechos civiles y advirtió contra políticas que podrían discriminar a los estudiantes.
El presidente de Cornell, Kotlikoff, enfatizó que el acuerdo no implica irregularidades por parte de la universidad y enfatizó que no se ha determinado que viole la ley federal. Afirmó que el acuerdo ayudaría a mantener la independencia de la institución a la hora de definir sus términos académicos.
Sin embargo, la AAUP de Cornell hizo sonar la alarma con respecto a disposiciones específicas, argumentando que los requisitos para compartir datos de inscripción y realizar encuestas sobre antisemitismo podrían conducir a una mayor supervisión federal. También criticaron el pago de 30 millones de dólares al gobierno, calificándolo de “extorsión, simple y llanamente”.
Mientras Cornell navega por este complejo panorama, las implicaciones de tales acuerdos pueden resonar profundamente dentro de la comunidad académica, creando un discurso más amplio sobre el equilibrio entre la supervisión gubernamental y la autonomía institucional en la educación superior.



