Letitia James exige que se desestime el caso de fraude hipotecario, citando represalias políticas de Trump


En un acontecimiento legal importante, la fiscal general de Nueva York, Letitia James, presentó una moción para desestimar un caso de fraude hipotecario que el expresidente Donald Trump consideró una represalia con carga política contra ella. En su solicitud presentada ante un juez federal, el equipo legal de James argumenta que el caso tiene sus raíces en un «procesamiento vengativo y motivado políticamente» orquestado en respuesta a sus demandas anteriores contra Trump y sus intereses comerciales.

Los abogados de James enfatizan que los comentarios despectivos de Trump sobre ella demuestran un acto personal de venganza. Citan numerosos ejemplos de la expresidenta que utilizó un lenguaje incendiario, llamándola “deshonesta”, “escoria”, “monstruo” y “criminal”. Los abogados alegan que Trump y sus partidarios han lanzado ataques implacables contra James durante los últimos seis años, apuntando a su carácter y pidiendo consecuencias penales por su defensa como fiscal general del estado.

El caso contra James involucra acusaciones de que falsificó información en documentos hipotecarios para asegurar condiciones de préstamo favorables para una casa en Norfolk, Virginia, donde tiene vínculos familiares. El mes pasado, se declaró inocente y dijo a los medios de comunicación que la vigilancia continua de la administración Trump se está utilizando como arma como una «herramienta de venganza».

En su moción, los abogados de James alegan además que el Departamento de Justicia se ha centrado desproporcionadamente en su caso ignorando discrepancias similares en los registros hipotecarios de otros funcionarios gubernamentales. Alegan que la conducta descrita en su acusación refleja las acciones de otras figuras prominentes que no han enfrentado investigaciones o acciones similares, lo que sugiere que el único diferenciador significativo es su condición de funcionaria demócrata que ha criticado abiertamente a Trump.

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El caso de James ha establecido paralelismos con el de James Comey, otra figura en desacuerdo con el expresidente. Al igual que James, Comey ha afirmado que el caso en su contra, que involucra cargos de hacer declaraciones falsas y obstruir al Congreso, está motivado por el deseo de represalia de Trump.

Las tensiones legales han aumentado debido a las circunstancias que rodearon el nombramiento del fiscal estadounidense que supervisa el caso de James. La abogada, Lindsey Halligan, fue elegida por Trump tras la dimisión de Erik Siebert, que dirigió la investigación pero no presentó cargos. Después de dejar el cargo, Trump presionó por una persecución más agresiva de James y otros a quienes consideraba oponentes políticos, afirmando en una publicación en las redes sociales que era necesario un procesamiento activo para mantener la credibilidad y la reputación.

Desde que asumió el cargo en 2018, James se ha consolidado como una figura prominente en la política de Nueva York, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar el cargo de fiscal general. Ella se ha convertido en un objetivo frecuente para Trump, especialmente después de que éste obtuvo una sentencia sustancial contra él y sus empresas, alegando que defraudó a las instituciones financieras al inflar el valor de sus propiedades inmobiliarias. Aunque posteriormente un tribunal de apelaciones anuló una cuantiosa sanción financiera, confirmó la conclusión de un tribunal inferior de que hubo fraude contra el ex presidente.

Mientras continúan los procedimientos legales, este caso no sólo subraya las feroces animosidades políticas que alimentan el panorama legal estadounidense, sino que también plantea profundas preguntas sobre la intersección de la política y la justicia en la gobernanza contemporánea.



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