Michigan está empezando a aplicar controles más estrictos sobre la contaminación procedente de granjas industriales tras una larga batalla legal


Más de cinco años después de anunciar planes para imponer controles más estrictos sobre la contaminación de las granjas industriales, los reguladores ambientales de Michigan están avanzando con nuevas regulaciones destinadas a limitar la escorrentía de las operaciones ganaderas a gran escala conocidas como operaciones de alimentación animal confinadas (CAFO). El Departamento de Medio Ambiente, Grandes Lagos y Energía de Michigan (EGLE) ha publicado permisos actualizados de descarga de contaminantes que exigen que las CAFO existentes tomen medidas importantes para evitar que el estiércol y la orina contaminen las fuentes de agua en el estado.

Las regulaciones actualizadas, presentadas el miércoles por el director del EGLE, Phil Roos, imponen una serie de nuevos requisitos a las CAFO más grandes del estado, que albergan miles de vacas, cerdos y pollos en condiciones confinadas. Estas actualizaciones prohíben la aplicación de fertilizantes a los campos agrícolas desde enero hasta mediados de marzo, un período crítico en el que el suelo suele estar congelado, lo que aumenta el riesgo de escorrentía hacia los cursos de agua cercanos. Además, las regulaciones exigen que se establezcan reservas de pasto cerca de ríos y arroyos, y las CAFO están sujetas a mandatos de presentación de informes reforzados.

Roos describió el largo camino que condujo a esta decisión, citando desafíos importantes, incluida una batalla legal prolongada con intereses agrícolas que se opusieron a los controles más estrictos propuestos por primera vez en 2020. “Han pasado cinco años y medio: mucha sangre, sudor y lágrimas”, señaló Roos durante el anuncio del permiso.

Los defensores del medio ambiente celebraron las nuevas regulaciones como una victoria para la salud pública y el medio ambiente, especialmente en las comunidades más afectadas por las operaciones de las CAFO. Katie Garvey, abogada principal del Centro de Políticas y Derecho Ambiental, destacó las implicaciones en el mundo real que estas regulaciones tienen para los residentes que viven cerca de las CAFO, destacando las preocupaciones sobre las fuentes de agua contaminadas.

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Por otro lado, representantes de la Michigan Farm Bureau, que se ha opuesto a los cambios regulatorios, señalaron la posibilidad de nuevas acciones legales. Andrew Kok, asesor jurídico del grupo, destacó la naturaleza larga y compleja de los procedimientos judiciales que se han desarrollado durante los últimos cinco años. Destacó que los agricultores están comprometidos con la preservación del ecosistema para las generaciones futuras y dejó entrever las posibilidades de presentar un llamamiento.

A diferencia de los ranchos tradicionales donde el ganado pasta libremente, las CAFO producen cantidades significativas de desechos en espacios pequeños. Estos desechos a menudo se esparcen excesivamente en los campos, lo que genera problemas de escorrentía que contaminan las vías fluviales locales. Los grupos industriales han argumentado durante mucho tiempo que EGLE se ha excedido en su autoridad con estas nuevas regulaciones. La batalla legal se intensificó y finalmente llegó a la Corte Suprema de Michigan, que confirmó la autoridad de los reguladores en una decisión histórica el año pasado.

Tras los fallos judiciales, el permiso de EGLE se modificó ligeramente y el director Roos finalizó las condiciones que permitirán al departamento mantener el permiso para 2020. Activistas como Garvey enfatizan que su atención se centrará ahora en garantizar el cumplimiento de estas nuevas reglas y responsabilizar a los operadores de CAFO. Afirman: «No podemos quedarnos de brazos cruzados y decir que hemos terminado. Todavía queda mucho por hacer en términos de implementación».

El impacto ambiental de las CAFO se ve subrayado por la crisis actual en el lago Erie, donde la escorrentía de nutrientes, incluido el estiércol de estas operaciones, se ha relacionado con la proliferación de algas tóxicas, lo que genera preocupaciones sobre la calidad del agua y la integridad del ecosistema. Michigan se comprometió anteriormente a reducir los aportes de fósforo al lago Erie para 2025, pero desde entonces ha luchado por alcanzar ese objetivo en ausencia de un cronograma revisado para lograr un progreso mensurable.

A medida que estas regulaciones entren en vigor, todos los ojos estarán puestos en la implementación y aplicación de estas medidas, lo que subraya la tensión actual entre las prácticas agrícolas y la gestión ambiental en el estado.



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