Apenas unos días después de los informes sobre pruebas exitosas de sus nuevos misiles Burevestnik, Rusia volvió a ser noticia cuando el presidente Vladimir Putin anunció la finalización de otra importante prueba de armas con los controvertidos vehículos submarinos no tripulados (UUV) de propulsión nuclear Poseidon. Esta revelación ha generado una mayor preocupación entre los países occidentales, especialmente por el aparente desprecio del Kremlin por los tratados de armas existentes.
Durante una visita reciente a un hospital de Moscú para soldados heridos, Putin anunció que Rusia había probado el Poseidón –también conocido como Status-6– sin previo aviso a Estados Unidos. Subrayó: “Por primera vez logramos no sólo lanzarlo con un motor propulsor desde un submarino, sino también activar la central nuclear en la que este dispositivo permaneció operativo durante un cierto período de tiempo”. Afirmó además que la capacidad destructiva del Poseidón supera la del misil intercontinental más avanzado de Rusia, lo que ilustra los importantes avances de la tecnología militar rusa.
Los comentarios de Putin destacaron el diseño único del Poseidon, que, a diferencia de los misiles balísticos convencionales, está clasificado como un UUV que se asemeja a un torpedo. Los analistas señalan que esta innovación proporciona a Rusia un arma compacta pero poderosa que es difícil de detectar por las defensas enemigas, aumentando efectivamente la posición estratégica de Rusia en la guerra submarina.
Aunque Rusia no ha publicado ninguna especificaciones técnicas oficiales, los informes sugieren que el Poseidón mide unos 20 metros de largo, un diámetro de aproximadamente 1,8 metros y pesa alrededor de 110 toneladas. Los analistas especulan que podría alcanzar un alcance de hasta 10.000 kilómetros y alcanzar velocidades de 100 nudos, aunque algunos expertos occidentales ven esta cifra con escepticismo. Además, se cree que el sistema utiliza un mecanismo de enfriamiento de metal líquido para el reactor nuclear y es capaz de transportar una ojiva con un rendimiento estimado de aproximadamente dos megatones.
El propósito previsto del arma parece centrarse en realizar ataques sorpresa contra la infraestructura costera enemiga. Los expertos han expresado su preocupación de que una sola detonación podría provocar una explosión submarina catastrófica, lo que podría provocar un tsunami y al mismo tiempo provocar contaminación radiactiva de la ojiva, lo que provocaría graves daños ambientales a largo plazo. El tamaño compacto del Poseidón hace que sea prácticamente imposible interceptarlo con la tecnología militar actual, lo que proporciona una ventaja estratégica significativa en un posible conflicto nuclear.
Las pruebas de estos sistemas de armas avanzados se llevan a cabo en el contexto de la escalada de tensiones entre Rusia y Estados Unidos, especialmente a la luz de cuestiones geopolíticas en curso, como el conflicto en Ucrania. La administración estadounidense ha adoptado una política más agresiva hacia Rusia, que incluye sanciones y presión diplomática, lo que indica que el Kremlin sigue comprometido a mejorar sus capacidades militares a pesar de la presión externa.
Las pruebas simultáneas del Burevestnik y del Poseidón subrayan el compromiso de Rusia de modernizar su arsenal nuclear, consolidando su estatus como potencia global formidable incluso frente a la oposición occidental.
 
                