En una importante escalada de tensiones a lo largo de la frontera entre Líbano e Israel, el presidente libanés, Joseph Aoun, ordenó a las fuerzas armadas del país que enfrenten futuras incursiones de las fuerzas israelíes. Esta directiva sigue a una reciente incursión israelí en la que un trabajador municipal, Ibrahim Salameh, murió después de que las fuerzas israelíes irrumpieran en un edificio municipal en la ciudad sureña de Blida.
El incidente tuvo lugar en las primeras horas, con informes que indicaban que las fuerzas israelíes entraron a más de mil metros de territorio libanés y luego atacaron el ayuntamiento donde descansaba Salameh. Según la agencia estatal de noticias (NNA), el ataque duró unas dos horas, durante las cuales los soldados israelíes abrieron fuego, alcanzaron a Salameh y causaron daños al edificio municipal.
En respuesta al ataque, Aoun celebró una reunión urgente con el general de brigada Rodolphe Haykal, exigiendo que el ejército tomara medidas decisivas para proteger la soberanía libanesa. El presidente enmarcó la operación israelí como parte de un patrón más amplio de agresión, señalando que tuvo lugar después de una reunión destinada a monitorear el alto el fuego.
El primer ministro Nawaf Salam condenó la operación y la calificó de «ataque flagrante a las instituciones y la soberanía del Estado libanés». Desde entonces, el ejército libanés se ha desplegado en la zona, aunque no se han publicado más detalles de sus operaciones. La fuerza de paz de las Naciones Unidas, que está presente en el sur del Líbano, ha expresado su intención de recopilar más información sobre el incidente.
Hezbolá, el grupo militante que ha sido una fuerza dominante en la región desde su fundación durante la invasión israelí de 1982, ha apoyado públicamente la decisión de Aoun e instó a que se brinde pleno apoyo al ejército libanés en sus relaciones con las fuerzas israelíes. La organización tiene una rica historia de oposición a Israel, ya que logró expulsar a las fuerzas israelíes del Líbano en 2000 y participó en un conflicto prolongado en 2006.
En una escala más amplia, la situación muestra una creciente inestabilidad en el sur del Líbano a medida que se han intensificado las operaciones del ejército israelí. Además del ataque a Blida, los informes confirman ataques aéreos israelíes en las regiones de Mahmoudiyeh y Jarmak en el sur del Líbano, dirigidos a supuesta infraestructura de Hezbollah. El impacto de estas acciones sobre el terreno sigue sin estar claro en términos de víctimas y daños.
Las actividades de vigilancia israelíes, en particular las que involucran drones, también han aumentado, y hay informes de que los residentes de Beirut escuchan regularmente el zumbido de los vehículos aéreos no tripulados en el cielo. Esto refleja objetivos militares israelíes más amplios en la región, ya que Israel continúa realizando ataques aéreos no sólo en el Líbano sino también en toda Siria y la Cisjordania ocupada, lo que apunta a una estrategia general de desestabilización regional.
Las consecuencias de estas repetidas incursiones y conflictos plantean importantes desafíos a los esfuerzos de reconstrucción del Líbano, que se ven obstaculizados por la continua inestabilidad y los ataques israelíes. A pesar de un alto el fuego declarado en noviembre pasado con el objetivo de frenar la violencia entre Israel y Hezbollah, las frecuentes violaciones han dejado el acuerdo de paz en un terreno inestable.
Mientras el gobierno libanés lidia con la presión internacional, especialmente de Estados Unidos, para desarmar a Hezbollah, los riesgos de una escalada siguen siendo altos, y ambas partes se preparan para posibles confrontaciones futuras en un panorama geopolítico cada vez más tenso.



