De un estudio innovador publicado en Acceso Abierto a Neurología®Los investigadores han descubierto un vínculo potencial entre la enfermedad de las encías y el daño observado en la materia blanca del cerebro en adultos, especialmente en personas de 77 años o más. Esta investigación plantea preguntas interesantes sobre la interconexión de la salud bucal y la función cognitiva, lo que sugiere que la inflamación crónica en la boca puede tener consecuencias de gran alcance para la salud del cerebro.
Las hiperintensidades en la sustancia blanca, el foco de este estudio, se reconocen en los escáneres cerebrales como pequeños puntos brillantes que indican áreas de daño tisular. Estas hiperintensidades son marcadores de daño cerebral subyacente y, a menudo, se vuelven más comunes con la edad. Pueden alterar la comunicación entre regiones del cerebro, afectando funciones esenciales como la memoria, el razonamiento y la coordinación, al tiempo que se correlacionan con un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular.
En el estudio participaron 1.143 adultos, con un tamaño de muestra notable de 800 personas que padecían enfermedades de las encías. Cada participante se sometió a un examen dental completo y a escáneres cerebrales para evaluar la enfermedad de los vasos pequeños cerebrales, una afección relacionada con el daño en los vasos sanguíneos pequeños que puede manifestarse como hiperintensidades de la sustancia blanca.
Los resultados indicaron que los individuos con enfermedad de las encías tenían un volumen medio significativamente mayor de estas hiperintensidades (2,83% de su volumen cerebral total), en comparación con el 2,52% en aquellos sin enfermedad de las encías. Cuando se categorizaron por la cantidad de hiperintensidades de la materia blanca, el 28 % de los que tenían enfermedad de las encías cayeron en el grupo con mayor riesgo de sufrir daños extensos en la materia blanca, en comparación con el 19 % de los participantes sin la afección. Además, el estudio encontró que la enfermedad de las encías aumenta la probabilidad de estar en esta categoría de riesgo en un 56%, incluso cuando se tienen en cuenta variables como la edad, el sexo, la raza, la presión arterial, la diabetes y el tabaquismo.
Curiosamente, el estudio no mostró ninguna correlación entre la enfermedad de las encías y otros tipos de cambios cerebrales, como microsangrados cerebrales e infartos lacunares, lo que sugiere que la relación observada puede estar relacionada específicamente con el daño de la materia blanca.
El investigador principal, Souvik Sen, MD, MS, MPH de la Universidad de Carolina del Sur, destacó las implicaciones de estos hallazgos: «La enfermedad de las encías es prevenible y tratable. Si estudios futuros confirman este vínculo, esto podría proporcionar una nueva vía para reducir la enfermedad de los vasos cerebrales pequeños al abordar la inflamación oral».
Aunque el estudio proporciona evidencia convincente sobre el vínculo entre la enfermedad de las encías y las hiperintensidades de la sustancia blanca, también tiene limitaciones. Tanto las evaluaciones dentales como los escáneres cerebrales se realizaron en un solo momento, lo que dificulta monitorear los cambios en estas condiciones a lo largo del tiempo.
Esta investigación se suma a un creciente conjunto de evidencia que sugiere que mantener la salud bucal es crucial para la salud cerebral en general. A medida que se siguen explorando los vínculos entre la salud física y la función cognitiva, es posible que se reconozca cada vez más la importancia del cuidado dental regular como un factor crítico para proteger la función cognitiva a medida que las personas envejecen.



