Pentágono enojado por la nueva película de Kathryn Bigelow Una casa de dinamita y la defensa antimisiles


El enfoque del Departamento de Defensa hacia las películas sobre temas militares y de seguridad nacional siempre ha sido meticuloso, con buen ojo para detectar imprecisiones que van desde actores que tienen la edad incorrecta para sus filas hasta procedimientos y terminología completamente inventados. Si bien algunos cineastas disfrutan de la colaboración, otros entran en conflicto con los oficiales militares por la representación de temas delicados. Un ejemplo notable es la negativa de la Marina a ayudar con la película de 1995. Inundación carmesíque giraba en torno a un motín en un submarino con misiles nucleares.

El Pentágono expresa actualmente su descontento con el nuevo thriller de Kathryn Bigelow, Una casa hecha de dinamita. La película destaca un escenario tenso en el que líderes civiles y militares se enfrentan a un lanzamiento sorpresa de un misil contra Estados Unidos. Al principio de la historia, la película muestra el lanzamiento de interceptores terrestres desde Alaska, un sistema real estacionado en Fort Greeley, destinado a interceptar un misil entrante. Sin embargo, los interceptores logran alcanzar su objetivo no una sino dos veces, un resultado que ha encendido las alarmas dentro de la Agencia de Defensa de Misiles (MDA) del Pentágono.

Un memorando interno obtenido por Bloomberg muestra que la MDA se centra particularmente en la escena en la que los personajes reconocen sólo una probabilidad del 61 por ciento de que los interceptores estadounidenses derriben con éxito el misil de un adversario, una estadística destacada por el asesor adjunto de seguridad nacional de la película como algo así como «golpear una bala con una bala». Esta evaluación causa frustración en el ficticio Secretario de Defensa, quien critica la inversión del dinero de los contribuyentes en un sistema que parece no ofrecer mejores oportunidades que lanzar una moneda al aire.

Sin embargo, la MDA cuestiona esta opinión, afirmando que sus interceptores actuales han logrado una «tasa de precisión del 100 por ciento» en procesos de prueba que abarcan más de una década. Sin embargo, tal afirmación ha sorprendido a los expertos, quienes reconocen que ningún sistema puede afirmar ser completamente infalible. Como señaló el teniente general retirado Douglas Lute, la complejidad de la guerra y la naturaleza impredecible de la tecnología desafían cualquier afirmación de precisión absoluta.

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En las discusiones sobre la afirmación de la MDA, el analista de control de armas Joe Cirincione sugiere que los datos subyacentes pueden elegirse selectivamente para respaldar la afirmación. Destaca que si se aplicara un contexto histórico más amplio (incluidas pruebas de años anteriores), la tasa de aprobación de la MDA parecería menos favorable. Si bien el memorando de la agencia cita pruebas recientes con resultados positivos, no aborda fallas anteriores que cambiarían significativamente las estadísticas generales de éxito.

Existe escepticismo en torno a la afirmación de «100 por ciento de precisión», especialmente porque sólo dos de las pruebas auditadas recientes reflejaron fielmente las condiciones del mundo real expresadas en el informe. Una casa hecha de dinamita. Los críticos argumentan que estas pruebas a menudo se llevan a cabo en escenarios fuertemente programados, priorizando la previsibilidad sobre la imprevisibilidad realista.

La motivación detrás de las exageradas afirmaciones de éxito de la MDA puede estar relacionada con oportunidades de financiamiento anticipadas, especialmente a la luz de las discusiones sobre defensa nacional destinadas a fortalecer las estrategias de defensa antimisiles. La iniciativa de la actual administración de desarrollar un sistema integral de defensa antimisiles ha alimentado la especulación sobre afirmaciones exageradas de eficacia destinadas a atraer apoyo político y financiación.

Bigelow, que buscaba cierta independencia en la historia de Una casa hecha de dinamitaDecidió no buscar cooperación militar oficial, sino que solicitó la ayuda de ex militares. Esta decisión creativa subraya el deseo de presentar una visión matizada, aunque ficticia, de los desafíos militares contemporáneos en lugar de adherirse estrictamente a las narrativas oficiales.

En un panorama mediático donde el realismo militar a menudo se disputa con la libertad creativa, Una casa hecha de dinamita presenta una exploración convincente de las complejas cuestiones que rodean la defensa nacional, incluso cuando su descripción plantea dudas sobre la confiabilidad de los sistemas en los que depende la nación. La yuxtaposición de narrativas dramáticas con el telón de fondo de capacidades militares reales continúa provocando un diálogo sobre la representación, la precisión y la importancia de defensas creíbles frente a amenazas existenciales.



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