El atraque de un buque de guerra estadounidense en Trinidad y Tobago aumenta las tensiones con Venezuela


Un buque de guerra estadounidense llegó a Puerto España, Trinidad y Tobago, el domingo, lo que marcó una escalada significativa en la presión militar sobre Venezuela en medio de las tensiones actuales entre las dos naciones. El USS Gravely, un destructor de misiles guiados, está ahora atracado junto al portaaviones USS Gerald R. Ford, que, según se informa, se está acercando a aguas venezolanas.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, condenó la presencia militar estadounidense, sugiriendo que es un intento orquestado de iniciar un conflicto prolongado con su país. El gobierno venezolano calificó la llegada del destructor como una “provocación hostil” y una grave amenaza a la paz en el Caribe. En su comunicado oficial, el gobierno de Maduro acusó a Estados Unidos de planear una operación de bandera falsa y afirmó haber interceptado inteligencia que indicaba que se podría lanzar un ataque desde Trinidad y Tobago o territorio venezolano.

Maduro ha enfrentado repetidas acusaciones por parte de la administración Trump, incluidas acusaciones de dirigir una banda del crimen organizado conocida como Tren de Aragua, aunque estas afirmaciones no han sido fundamentadas. El secretario de Estado, Marco Rubio, enfatizó que las actuales operaciones militares son parte de una iniciativa antidrogas y afirmó: “El presidente lo ha dejado muy claro”.

El USS Gravely permanecerá en Trinidad hasta el jueves, tiempo durante el cual funcionarios tanto de Trinidad y Tobago como de Estados Unidos planean realizar ejercicios de entrenamiento. En particular, una fuente militar de alto rango en Trinidad reveló que el despliegue se había organizado recientemente y habló de forma anónima debido a restricciones de protocolo.

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La Primera Ministra Kamla Persad-Bissessar ha apoyado abiertamente la presencia y las acciones del ejército estadounidense contra los barcos sospechosos de contrabando de drogas procedentes de Venezuela. Sin embargo, la cuestión se ha vuelto controvertida, especialmente después de las víctimas civiles en ataques a tales barcos. La esposa de una de las víctimas, Alejandro Carranza, negó cualquier participación en el tráfico de drogas e insistió en que sólo estaba pescando en aguas abiertas.

La administración Trump ha declarado que está involucrada en un “conflicto armado no internacional” con los cárteles de la droga, alegando que la violencia relacionada con las drogas en Estados Unidos justifica una intervención militar. Rubio confirmó que Trinidad y Tobago está cooperando con los esfuerzos de lucha contra las drogas, al tiempo que afirmó que no existen colaboraciones de ese tipo con el régimen venezolano, que considera ilegal.

En una reciente aparición en los medios, el senador Lindsey Graham indicó que una acción militar directa en Venezuela podría ser inminente, sugiriendo que el presidente Trump ve a Maduro como una amenaza importante debido a sus presuntos vínculos con el narcotráfico. Graham señaló: «Es hora de que se vaya», insinuando más reuniones informativas para el Congreso sobre posibles operaciones militares.

En respuesta, el gobierno venezolano criticó a Persad-Bissessar por alinearse con las políticas militaristas de Estados Unidos, alegando que tales acciones violaban acuerdos internacionales destinados a mantener la paz en la región. Reiteraron que Venezuela no cederá ante las amenazas ni los ejercicios militares de Estados Unidos.

Tras una advertencia de la Embajada de Estados Unidos sobre posibles amenazas contra ciudadanos estadounidenses en Trinidad y Tobago, el sentimiento público se ha vuelto contra la presencia del buque de guerra. Se han producido manifestaciones y activistas como David Abdulah, del Movimiento por la Justicia Social, denunciaron la construcción de un buque de guerra en una región tensa y con perspectivas de conflicto.

Caricom, un bloque comercial regional, llamó al diálogo en medio de crecientes tensiones, aunque Persad-Bissessar señaló que la violencia y el crimen en la región indican que no es completamente una zona de paz. Los acontecimientos que se están desarrollando han intensificado los debates sobre la seguridad nacional, la soberanía y las relaciones internacionales en el Caribe.



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