Netanyahu contempla elecciones anticipadas en medio de batallas de coalición y controversia sobre el alto el fuego en Gaza


El primer ministro Benjamín Netanyahu se encuentra en un panorama políticamente precario, marcado por la falta de mayoría parlamentaria y el descontento de sus aliados de extrema derecha, especialmente después de haber aceptado un alto el fuego mediado por Estados Unidos en Gaza. Netanyahu, el primer ministro con más años de servicio en Israel y una figura política dominante durante décadas, lidera una de las coaliciones más derechistas en la historia del país. Sin embargo, su gobierno controla ahora sólo 60 de los 120 escaños del parlamento, después de que un partido ultraortodoxo abandonara el parlamento en julio por exenciones del servicio militar para su comunidad.

El momento del receso parlamentario de verano ha protegido temporalmente a Netanyahu de mociones de censura. Pero a medida que la Knesset regresa al poder el 20 de octubre, los desafíos de gobernar en medio de políticas transaccionales y las amenazas potenciales a su coalición se vuelven claros. Bajo presión del presidente estadounidense, Donald Trump, Netanyahu acordó un alto el fuego con Hamás que entró en vigor el 10 de octubre, tras un prolongado conflicto en Gaza. La medida enfureció a sus aliados de extrema derecha, quienes argumentan que tal acuerdo socava los objetivos militares de Israel de mantener el control de Gaza y eliminar la amenaza de Hamás.

Los analistas políticos sostienen que la frágil coalición se ha visto debilitada por el alto el fuego y que el enfoque de Netanyahu ahora podría centrarse en asegurar su posición para las próximas elecciones, en lugar de simplemente mantener su liderazgo actual. En una entrevista televisiva el 18 de octubre, expresó su intención de participar en las próximas elecciones, posiblemente previstas para finales de octubre de 2026, aunque podrían convocarse elecciones anticipadas si otros partidos aliados retiraran su apoyo.

Una de las principales presiones sobre Netanyahu es la insatisfacción del Ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, quien ha amenazado con retirarle su apoyo a menos que el 9 de noviembre se vote un proyecto de ley sobre la pena de muerte para los terroristas. Esto pone de relieve las divisiones ideológicas dentro de su coalición, contrastando la postura de línea dura de los socios de extrema derecha con las demandas de los aliados ultraortodoxos.

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El partido ultraortodoxo sefardí Shas, que tiene 11 escaños, se ha distanciado del gobierno y varios ministros dimitieron del gabinete por exenciones del servicio militar. Otro partido ultraortodoxo, el Judaísmo Unido de la Torá, ha abandonado por completo tanto el gobierno como la estructura de coalición. Las especulaciones entre los periodistas israelíes, especialmente aquellos cercanos a Netanyahu, indican que podría buscar elecciones anticipadas ya en junio de 2026.

Además, el debate en curso sobre el servicio militar de los judíos ultraortodoxos plantea un desafío importante. Shas ha dejado claro que retirará su apoyo a menos que se legislen exenciones del servicio militar, mientras que los aliados de Netanyahu exigen el servicio militar obligatorio.

Si el alto el fuego se mantiene, surgirá otro desafío: la necesidad de estrategias de posguerra con respecto a Gaza, que deberían estar a la altura de las demandas de los socios de extrema derecha de una anexión parcial de la ocupada Cisjordania. Estas propuestas también enfrentan una fuerte oposición de la administración Trump.

En un esfuerzo por mejorar sus perspectivas electorales, los informes sugieren que la coalición está considerando una serie de medidas legislativas, incluida la reducción del umbral electoral para la representación parlamentaria, lo que probablemente beneficiará a facciones de extrema derecha como el partido Sionismo Religioso, y la reducción de la edad para votar a 17 años, lo que podría beneficiar a los partidos ultraortodoxos.

Netanyahu sigue confiando en su liderazgo del partido Likud, que se reafirmará a finales de noviembre, sin rivales a la vista. A pesar del descontento público generalizado, el partido de Netanyahu sigue liderando las encuestas nacionales, lo que pone de relieve su continua resiliencia política.



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