En una discusión reciente, el veterano negociador de rehenes Mickey Bergman enfatizó el papel crucial de la inteligencia emocional en las negociaciones, ya sea que se trate de regímenes hostiles o de conflictos personales. Con más de 17 años de experiencia en el campo y como director ejecutivo de Global Reach, una organización sin fines de lucro centrada en ayudar a los estadounidenses detenidos injustamente en el extranjero, Bergman destacó sus experiencias únicas en la negociación con secuestradores, familias de rehenes y funcionarios gubernamentales.
Bergman compartió una idea conmovedora: “Para mí, el papel de la inteligencia emocional es lo más importante que debemos tener en cuenta cuando tratamos de tratar con personas que no están de acuerdo con nosotros”. Subrayó un principio específico de la inteligencia emocional: la necesidad de controlar la ira y responder con un propósito. Permitir que las emociones abrumen el pensamiento racional puede provocar fracasos en las negociaciones, advirtió.
Describió un proceso que él llama “secuestro emocional”, en el que un sentimiento intenso, como la ira, puede conducir a respuestas impulsivas. Esta brecha entre la emoción y el pensamiento racional puede descarrilar las negociaciones. Bergman desaconsejó responder inmediatamente a las provocaciones, diciendo: «No pierdo nada si no objeto» y subrayó la importancia de tomarse tiempo para procesar los desencadenantes emocionales antes de responder.
Aunque reconoce que los negociadores pueden sentir enojo intencionalmente, Bergman advirtió contra reaccionar impulsivamente ante ese enojo. Ilustró este punto con un ejemplo de la final del US Open de 2018, donde Serena Williams fue secuestrada emocionalmente durante un partido contra Naomi Osaka. Ante una controvertida infracción del entrenador por parte del árbitro, Williams respondió de manera defensiva y vocal, y finalmente recibió más penalizaciones que afectaron su desempeño y la llevaron a la derrota.
Más tarde, Bergman elogió a Williams por su inteligencia emocional. En la ceremonia de premiación, en lugar de alimentarse de los abucheos del público, consiguió apoyo para su oponente, demostrando una capacidad excepcional para cambiar la narrativa y mostrar gracia en un momento extremadamente difícil. Esta transformación sirvió como una poderosa lección sobre el control emocional durante las interacciones de alto riesgo.
Al reflexionar sobre estas lecciones, Bergman enfatizó que manejar las emociones de manera efectiva puede llevar a negociaciones exitosas o a fracasos que son completamente contraproducentes. Sus ideas sirven como guía para cualquiera involucrado en negociaciones, defendiendo la necesidad de conciencia emocional y respuestas estratégicas para lograr una resolución.



