A medida que Estados Unidos acelera sus inversiones en centros de datos críticos para el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), están surgiendo preocupaciones públicas sobre los impactos ambientales. Una encuesta reciente del Centro de Investigación de Asuntos Públicos de Associated Press-NORC y el Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago muestra que las preocupaciones sobre el impacto ambiental de la IA están eclipsando las preocupaciones relacionadas con otras industrias importantes que contribuyen al cambio climático, como la producción de carne y la aviación.
La encuesta, realizada en septiembre, muestra que a medida que la IA continúa transformando varias industrias, incluyendo el trabajo, las comunicaciones y la cultura, muchos estadounidenses están cada vez más preocupados por el creciente consumo de energía de la tecnología. Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía muestran que la demanda de electricidad de los centros de datos podría más que duplicarse a nivel mundial para 2030, y se espera que Estados Unidos contribuya con la mayor parte de este aumento, seguido de cerca por China. Se espera que una parte importante de la energía que alimenta estos centros de datos provenga de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural, que son conocidos por emitir dióxido de carbono y empeorar el calentamiento global.
A la luz de la creciente demanda de energía, las principales empresas de tecnología están explorando la tecnología nuclear de próxima generación como una alternativa más limpia para satisfacer sus necesidades energéticas, mientras ajustan silenciosamente sus propios objetivos de reducción de carbono. Muchos ciudadanos, como Aidan Collins, un neoyorquino de 26 años, expresan su profunda preocupación por el importante consumo de energía asociado a la IA, calificándola de “cantidad absurda” que contribuye negativamente al cambio climático.
Las preocupaciones en torno a la IA van más allá del simple consumo de energía. Alrededor del 40% de los adultos estadounidenses dicen estar “extremadamente” o “muy” preocupados por los impactos ambientales, una cifra que supera las preocupaciones sobre los impactos ambientales de las criptomonedas, la producción de carne y los viajes aéreos. La producción de energía para los centros de datos también genera preocupación debido a la importante cantidad de agua necesaria para los sistemas de refrigeración, lo que ha llevado a algunas comunidades a oponerse activamente a su construcción.
La encuesta también revela claras divisiones partidistas en las actitudes hacia los impactos ambientales de la IA. En particular, los demócratas son más propensos que los republicanos a expresar una gran preocupación, y casi la mitad de los demócratas se clasifican como “extremadamente” o “muy” preocupados. En cambio, alrededor de un tercio de los independientes y republicanos comparten esta fuerte preocupación. Algunos republicanos, como Raymond Suárez, expresan su preocupación por los posibles conflictos de uso de la tierra que podrían surgir a partir del desarrollo de nuevos centros de datos, mientras que otros, como James Horner, creen que la IA en última instancia allanará el camino para soluciones eficientes de energía limpia.
En general, el sentimiento público es en gran medida cauteloso, y muchos estadounidenses esperan que la IA probablemente tenga un impacto más negativo que positivo en el medio ambiente, la economía y la sociedad durante la próxima década. Mientras que personas como Doug Bowen, de 79 años de Kansas, ven la creciente demanda de recursos impulsada por la IA como una tendencia preocupante, otros como Amanda Hernández, de 24 años de California, temen por su seguridad laboral ante el avance de la tecnología.
A medida que continúan las discusiones sobre el equilibrio entre los avances tecnológicos y la gestión ambiental, estas encuestas indican una urgencia creciente de consideraciones políticas e innovaciones para abordar los desafíos ambientales de la IA.