Louvre Heist reaviva el interés por la legendaria historia de Regent Diamond


El reciente y atrevido atraco al Louvre ha despertado un renovado interés en el Regent Diamond, una joya llena de historia e intriga. Este notable diamante, actualmente albergado dentro de las paredes del museo, tiene su origen en el siglo XVII, específicamente en las minas de Kollur a lo largo del río Krishna en la India.

El 19 de octubre, tuvo lugar en sólo siete minutos un atraco cuidadosamente planeado, durante el cual los ladrones robaron descaradamente ocho joyas de valor incalculable del museo, incluidos artículos de la era napoleónica valorados aproximadamente en 88 millones de euros (102 millones de dólares estadounidenses). Entre los tesoros robados se encontraban una tiara, un collar y aretes del conjunto de zafiros de la reina María Amélie, así como un collar y aretes de esmeraldas de la emperatriz María Luisa. Cabe destacar que también se sustrajeron varias piezas pertenecientes a la emperatriz Eugenia de Montijo, como una tiara y un importante broche de lazo en el corpiño. Aunque la corona de la emperatriz Eugenia se cayó durante la fuga y luego se recuperó (aunque dañada), el foco del incidente ha desviado el debate público nuevamente hacia el Diamante Regente.

La historia que rodea al Regent Diamond es fascinante. Cuenta la leyenda que un minero esclavo descubrió la piedra preciosa durante el asedio de Golconda por parte de Aurangzeb en 1687. En un astuto truco para escapar de la detección, el minero escondió el diamante en una herida en la pierna. Sin embargo, finalmente fue traicionado y asesinado, lo que provocó que la piedra preciosa finalmente cayera en manos del comerciante indio Jamchand. No pasó mucho tiempo antes de que Jamchand vendiera el diamante a Thomas Pitt, el gobernador de Madrás, en 1701.

Se dice que Pitt adquirió la piedra en bruto original de 426 quilates para 48.000 pagodas y luego la envió a Inglaterra, donde la cortó en un diamante cojín de 141 quilates, que se conoció como el Diamante Pitt. La venta de esta valiosa gema estuvo rodeada de controversia, lo que provocó versos satíricos del poeta Alexander Pope y críticas que destacaban temas de avaricia colonial asociados con la compra.

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En 1717, Pitt vendió el diamante a Felipe II, duque de Orleans, regente de Francia, por 135.000 libras esterlinas. El diamante, rebautizado como Le Régent, pasó a formar parte de las Joyas de la Corona francesa y adornó las coronas de personajes destacados como Luis XV, Luis XVI y Carlos X, y también sirvió como accesorio para el sombrero de María Antonieta. El pasado histórico del diamante incluye sobrevivir a los tumultuosos acontecimientos de la Revolución Francesa y ser utilizado para financiar guerras, hasta llegar finalmente a la espada de Napoleón Bonaparte en 1801. Después del exilio de Napoleón, el diamante regresó a Francia, donde fue engastado en una diadema para la emperatriz Eugenia.

Desde 1887, el Diamante Regente se exhibe en el Louvre, donde su valor se estima en más de 60 millones de dólares. Los expertos en piedras preciosas lo consideran ampliamente como uno de los diamantes más puros e históricamente más importantes jamás tallados, y sirve como un poderoso símbolo de traición, ambición y experiencia humana a lo largo de los siglos.



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