La Fuerza Aérea de Estados Unidos llevó a cabo recientemente una importante operación militar con una “misión de demostración de bombarderos” en el Área del Comando Sur, específicamente frente a las costas de Venezuela. La operación, en la que participaron tres bombarderos B-52H Stratofortress el 15 de octubre, ha llamado la atención tras su aparición en datos de seguimiento de vuelos de fuente abierta. La misión fue descrita oficialmente por la Fuerza Aérea como una demostración destinada a demostrar el compromiso de Estados Unidos para disuadir amenazas hostiles, mejorar el entrenamiento de la tripulación y garantizar la preparación de las fuerzas militares globales frente a posibles desafíos.
A los bombarderos de esta operación se unieron dos aviones de combate F-35B Lightning II del Cuerpo de Marines, conocidos por sus capacidades supersónicas y su tecnología única de elevación vertical, que les permite despegar sin requisitos de pista convencionales. Las imágenes y detalles de la misión fueron compartidos por Air Forces Southern en sus canales de redes sociales, resaltando la importancia estratégica de esta manifestación en un momento en que las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela son particularmente altas.
Esta operación se produce a raíz de la escalada de hostilidades entre Estados Unidos y Venezuela. En los últimos meses, ha habido una intensificación de las sanciones de Estados Unidos a Venezuela, especialmente después de que el presidente Donald Trump impusiera aranceles a las importaciones de petróleo venezolano en marzo. Mientras tanto, el Pentágono ha llevado a cabo múltiples ataques militares contra barcos frente a las costas venezolanas, dirigidos a operaciones relacionadas con el narcotráfico, incluida la destrucción de un narcosubmarino identificado por las autoridades colombianas.
La situación sigue siendo tensa, ya que Venezuela, bajo el presidente Nicolás Maduro, ha encendido las alarmas sobre la seguridad nacional de Estados Unidos durante más de una década. El creciente entendimiento entre Venezuela e Irán, incluidos los vínculos con la Guardia Revolucionaria de Irán, ha exacerbado estas preocupaciones. Un incidente notable ocurrido en junio de 2022 expuso los riesgos cuando se descubrió que un Boeing 747 de origen venezolano estaba pilotado por un miembro de la Fuerza Quds de Irán, lo que generó sospechas sobre actividades encubiertas vinculadas a esfuerzos de desestabilización política dirigidos a Estados Unidos.
Estos crecientes vínculos entre Irán y el gobierno de Maduro han llevado a los analistas a examinar el papel de Venezuela a la hora de facilitar las actividades iraníes en la región, incluidos informes que sugieren que Irán ha subcontratado la producción de «drones suicidas» a Venezuela. Un informe reciente de la Corporación RAND clasificó a Venezuela como un narcoestado, llamando la atención sobre los importantes desafíos del narcotráfico que han afectado al país durante mucho tiempo.
Venezuela ha servido históricamente como una importante ruta de tránsito de narcóticos. Según informes del Departamento de Estado estadounidense, el país es un punto de partida para el transporte de drogas por vía marítima y aérea. Según se informa, la producción de cocaína en el país ha aumentado desde 2022, y los analistas sugieren que el gobierno de Maduro puede estar utilizando el tráfico de drogas como herramienta de gobierno. Datos recientes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. indican un aumento significativo en el número de incautaciones de cocaína que ingresan a Estados Unidos, y el número promedio de incautaciones ha aumentado significativamente desde 2020.
Las operaciones militares y las maniobras geopolíticas ponen de relieve una compleja interacción de estrategia de defensa, diplomacia internacional y actividades ilícitas, subrayando las implicaciones más amplias de la relación entre Estados Unidos y Venezuela en el contexto de la estabilidad y seguridad regionales.