En un acontecimiento importante, el Ministerio de Defensa Nacional de China anunció la expulsión de nueve líderes militares de alto rango del Partido Comunista Chino (PCC), citando «delitos graves relacionados con el trabajo». Entre las figuras destacadas entre los expulsados se encuentran el general He Weidong, miembro del Politburó y vicepresidente de la Comisión Militar Central, y el almirante Miao Hua, que era un destacado comisario político. Este anuncio sigue a una serie de purgas militares iniciadas por el presidente Xi Jinping, que tienen como objetivo principal combatir la corrupción dentro de las filas.
Aunque el anuncio ha sido interpretado como una reorganización repentina y dramática dentro del ejército, muchos de estos líderes fueron arrestados hace algún tiempo. Los expertos sugieren que el momento del anuncio es estratégico y coincide con el inicio de la cuarta sesión plenaria del PCC, que sirve como plataforma crucial para discutir políticas futuras y estructuras de liderazgo dentro del partido. Los plenos tienen lugar cada cinco años y reúnen al Comité Central, un grupo que es oficialmente más grande que el Politburó pero que tiene menos poder real.
El gobierno de Xi ha enfrentado críticas por el nivel de corrupción dentro del ejército, especialmente en lo que respecta a la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación (EPL), que ha sido objeto de escrutinio tras investigaciones sobre sus prácticas de adquisiciones. Este intento de erradicar la corrupción parece inspirarse en los fallos observados en el ejército ruso, ya que los analistas creen que Xi pretende evitar problemas similares en China.
Los informes indican que algunos líderes expulsados del ejército fueron nombrados por el propio Xi, lo que plantea dudas sobre la eficacia de sus iniciativas anticorrupción. Algunos expertos especulan que Xi está utilizando estas purgas no sólo para consolidar el poder, sino también como un ejemplo de advertencia para otros dentro del ejército que puedan estar considerando un delito.
Además de estas purgas militares, se espera que en la Cuarta Plenaria se produzcan cambios de personal y posiblemente purgas adicionales, especialmente en el lado civil, mientras los líderes buscan establecer el marco para el próximo plan quinquenal de China. Se espera que este plan delinee la estrategia económica del país para el período 2026 a 2030.
Mientras tanto, el clima político en Gran Bretaña se tambalea por un escándalo de espionaje que involucra a dos británicos acusados de espiar en nombre de China. Si bien hubo afirmaciones iniciales que sugerían que Gran Bretaña no había identificado a China como una amenaza a la seguridad nacional, declaraciones de testigos publicadas recientemente han arrojado dudas sobre esta narrativa. La abrupta decisión de la Fiscalía de la Corona de desestimar el caso no ha hecho más que aumentar la confusión en torno a la postura del gobierno en materia de seguridad nacional y espionaje.
En otra dimensión del panorama económico, en China están surgiendo debates sobre trasladar la recaudación de impuestos de una base de producción a una base de consumo. Este cambio propuesto se produce en medio de preocupaciones sobre la sobreproducción, que se ha visto exacerbada por agresivos incentivos locales para la producción. Si bien la transición podría impulsar a los funcionarios locales a priorizar el consumo sobre la producción, persiste el escepticismo sobre su posible eficacia, especialmente dadas las actuales incertidumbres económicas que enfrenta el público.
La combinación de estas purgas militares, los dramas políticos en curso y los cambios en la estrategia económica pintan un panorama complejo y en evolución dentro de China, así como sus relaciones internacionales, especialmente con el Reino Unido y Estados Unidos.