Un descubrimiento innovador en la Antártida ha revelado el primer huevo fosilizado jamás encontrado en el continente, lo que marca un avance significativo en la comprensión del comportamiento reproductivo de los reptiles marinos prehistóricos. Este enorme huevo de cáscara blanda, que mide más de 10 por 6 pulgadas, ahora es reconocido como el más grande de su tipo conocido por la ciencia y ha redefinido creencias previamente mantenidas sobre las estrategias reproductivas de estas antiguas criaturas.
Inicialmente, el huevo permaneció sin ser examinado en el Museo Nacional de Historia Natural de Chile, pero fue identificado erróneamente durante años. Descubierto en 2011 por un equipo de investigadores chilenos en un sitio rico en fósiles, tenía una forma inusual, parecida a una pelota de fútbol desinflada y apodado «La Cosa». Su verdadera naturaleza no se descubrió hasta 2018, cuando la paleontóloga de la Universidad de Texas, Julia Clarke, examinó el espécimen y sugirió que podría ser un huevo de cáscara blanda.
Para investigar esto más a fondo, Lucas Legendre de la Universidad de Texas en Austin realizó un análisis estructural exhaustivo utilizando técnicas microscópicas avanzadas. El análisis reveló características que indicaban que este huevo pertenecía a un gran reptil marino parecido a un lagarto o serpiente gigante, cuya longitud se estimaba en más de seis metros. A diferencia de los huevos de dinosaurio, que normalmente tienen un exterior duro, la membrana delgada y en capas de este huevo se parece más a la de las serpientes y lagartos modernos.
El fósil fue desenterrado junto a restos jóvenes de mosasaurios y plesiosaurios, lo que indica que el sitio pudo haber funcionado como vivero de reptiles marinos jóvenes. Los científicos teorizan que este lugar, ahora Antártida, podría haber sido una bahía poco profunda que proporcionaba refugio a las crías. La presencia de adultos muy cerca apoya la idea de que este entorno era vital para la supervivencia de los reptiles marinos jóvenes.
Una pregunta importante que surge de este descubrimiento es cómo una criatura tan enorme pudo poner un huevo así. Los investigadores proponen dos posibilidades: o el reptil marino puso sus huevos directamente en el océano, como lo hacen las serpientes marinas modernas, o se aventuró en una playa, similar al comportamiento de anidación observado en las tortugas marinas. Sin embargo, este último enfoque presenta desafíos debido al importante tamaño del reptil.
La identificación de este huevo de cáscara blanda complica la historia que rodea las estrategias reproductivas de los reptiles marinos durante el Cretácico Superior, hace unos 66 millones de años. Los hallazgos indican que estas antiguas criaturas pueden haber mostrado una mayor adaptabilidad en su comportamiento reproductivo de lo que se pensaba anteriormente, lo que sugiere un panorama ecológico y evolutivo más complejo. A medida que continúe la exploración en la región, pronto saldrán a la luz más conocimientos sobre las vidas y los hábitos reproductivos de estos gigantes prehistóricos.