El fallo del Noveno Circuito respalda el despliegue de la Guardia Nacional en Oregón


En un fallo de 2 a 1, un panel judicial federal aprobó la directiva del presidente Donald Trump de enviar tropas de la Guardia Nacional a Portland, una decisión que podría influir en acciones similares en San Francisco. La Corte de Apelaciones del Noveno Circuito, con dos jueces designados por Trump como mayoría, rechazó barreras legales previas al despliegue y dijo que el presidente estaba justificado al enviar tropas debido a las protestas en curso contra la aplicación federal de las leyes de inmigración.

El fallo ha generado alarma entre los funcionarios de la ciudad de San Francisco, que temen las consecuencias de la intervención federal. Si bien el despliegue de la Guardia Nacional es un proceso complejo, expresan una mayor preocupación por la posible afluencia de agencias federales encargadas de hacer cumplir la ley, como el FBI y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Los expertos legales sostienen que la Cláusula de Supremacía otorga al gobierno federal el poder de hacer cumplir las leyes federales incluso en contra de los deseos de los gobiernos locales.

Los críticos del fallo argumentan que está específicamente relacionado con la situación en Portland, como destacó Aaron Reichlin-Melnick del Consejo Estadounidense de Inmigración. Sin embargo, la lógica utilizada por el Noveno Circuito podría sentar un precedente que permita al presidente desplegar tropas federales en cualquier ciudad que experimente protestas contra las agencias federales.

En la reciente decisión, el panel cuestionó el razonamiento de la ex jueza Karin Immergut para detener el despliegue antes, señalando que las circunstancias efectivas que justificaron las acciones de Trump seguían vigentes. Reconocieron los fuertes comentarios del presidente en las redes sociales y argumentaron que las exageraciones no suavizan la base fáctica de sus acciones federales. Además, el panel citó la presión sobre los recursos federales resultante de despliegues anteriores de oficiales del Servicio Federal de Protección, lo que contribuyó a la decisión de autorizar el despliegue de la Guardia Nacional.

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El fiscal general de California, Rob Bonta, ha prometido acciones legales rápidas contra cualquier despliegue en San Francisco, argumentando que las fuerzas del orden de la ciudad son más que capaces de mantener la seguridad pública. El fiscal de la ciudad, David Chiu, se hizo eco del sentimiento y destacó la disminución de las tasas de criminalidad en la ciudad, mientras que el alcalde Daniel Lurie criticó el despliegue, argumentando que la Guardia Nacional no combatiría eficazmente el problema local de las drogas.

Si bien los funcionarios de la ciudad cuestionan la necesidad del despliegue de la Guardia Nacional, enfrentan mayores obstáculos con respecto a la presencia de ICE. Los funcionarios federales de inmigración han llevado a cabo operaciones agresivas en todo el país, y el marco legal actual limita significativamente la forma en que las autoridades locales pueden comunicarse con los agentes federales, especialmente en lo que respecta a la aplicación de la ley de inmigración.

La intersección entre las acciones policiales locales y las federales sigue plagada de tensiones. A medida que los funcionarios navegan por la posible presencia militar federal en las calles de la ciudad, el papel protector de la policía local se vuelve incierto. Fuentes policiales señalaron que los agentes pueden abstenerse de intervenir en arrestos federales y, en cambio, adherirse a la discreción personal y a las leyes santuario existentes.

A medida que la situación evolucione, se espera que las autoridades locales continúen oponiéndose a la participación militar federal, destacando las complejidades de la cooperación policial en medio de mayores preocupaciones sobre las libertades civiles y la seguridad de la comunidad.



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