En una audaz iniciativa para abordar el impacto de la inteligencia artificial en el medio ambiente, Jeff Bezos propuso construir enormes centros de datos en órbita. Hablando en la Semana Tecnológica Italiana en Turín, el fundador de Amazon articuló cómo esta infraestructura espacial podría reducir significativamente la contaminación asociada con las crecientes demandas de energía y agua a través de la IA.
La rápida expansión de la inteligencia artificial conlleva costos ambientales crecientes. Los sistemas de IA actuales dependen en gran medida de infraestructuras basadas en la nube respaldadas por vastos centros de datos, que consumen enormes cantidades de electricidad y agua. A medida que crece la dependencia de tecnologías que van desde grandes modelos de lenguaje hasta el procesamiento automatizado de vídeo, también aumentan los inevitables impactos ambientales.
Hallazgos recientes de la Agencia Internacional de Energía (AIE) resaltan la urgente necesidad de soluciones alternativas. Un informe afirma que el consumo mundial de electricidad de los centros de datos aumentará a 415 teravatios hora para 2024, un aumento anual del 12 % desde 2017. Este consumo equivale al consumo de energía de millones de hogares e ilustra la demanda de la industria de alrededor de 560 mil millones de litros de agua por año para refrigeración, una cifra que se espera que se duplique para 2030.
Las demandas del desarrollo de la IA están ejerciendo una presión cada vez mayor sobre estos centros de datos, lo que requiere hardware más avanzado, almacenamiento ampliado y tiempo de funcionamiento operativo constante. El informe de la AIE destacó la correlación directa entre el crecimiento de las aplicaciones de IA generativa y las crecientes necesidades de recursos que traen estos centros de datos.
En su discurso, Bezos predijo la creación de centros de datos orbitales que funcionarán a escala de gigavatios en los próximos 10 a 20 años. Destacó los beneficios de utilizar el espacio: acceso continuo a la energía solar, temperaturas estables e inmunidad a los elementos que muchas veces afectan las instalaciones terrestres. Según Bezos, aprovechar la energía solar en el espacio las 24 horas del día podría hacer que estos centros de datos orbitales sean más rentables que sus homólogos en la Tierra.
“El espacio se convertirá en uno de los lugares que ayudarán a la Tierra”, afirmó, estableciendo paralelismos con las tecnologías satelitales existentes que ya han demostrado aplicaciones útiles en órbita.
La base de la visión de Bezos ya está tomando forma gracias a la experimentación constante. En marzo, Lonestar Data Holdings envió con éxito un centro de datos compacto a la luna. La misión, llamada Freedom, se lanzó a bordo del módulo de aterrizaje lunar Athena de Intuitive Machines a través de un cohete SpaceX Falcon 9. Esta prueba tenía como objetivo evaluar el rendimiento y la durabilidad de la infraestructura de datos a pequeña escala en el entorno lunar.
Si bien la implementación a gran escala puede seguir siendo una ambición a largo plazo, la propuesta de Bezos está en línea con un paradigma cambiante dentro de la industria tecnológica. Sugiere que los centros de datos –históricamente confinados a la Tierra– podrían desempeñar un papel crucial en futuras estrategias industriales fuera del mundo, impulsadas no por la ciencia ficción especulativa, sino por la urgente necesidad de mitigar los impactos ecológicos de la IA.