Huellas antiguas en Nuevo México confirman la presencia humana hace casi 23.000 años


Un nuevo análisis de huellas humanas antiguas descubiertas en Nuevo México ha confirmado que los humanos cruzaron el continente hace casi 23.000 años, durante un período conocido como el Último Máximo Glacial. Este estudio innovador proporciona nuevos conocimientos que desafían teorías de larga data sobre la migración temprana a América del Norte.

La investigación, publicada en la revista científica Progreso científicorevisa un conjunto de huellas fosilizadas que atrajeron la atención por primera vez en 2021. Complementando la datación inicial con nuevos datos y pruebas de laboratorio independientes, los científicos argumentan que esta nueva evidencia es significativamente anterior al modelo de migración ampliamente aceptado ‘Clovis-first’.

La historia detrás de estas extraordinarias huellas se remonta a 2019, cuando un equipo de investigadores de la Universidad de Bournemouth y el Servicio de Parques Nacionales de EE. UU. las descubrió en un suelo seco del Parque Nacional White Sands. Las estimaciones desarrolladas anteriormente basadas en material vegetal, como semillas y polen, enfrentaron desafíos debido a la posible contaminación por carbono de las plantas acuáticas.

Para aclarar las discrepancias en las fechas, el arqueólogo y geólogo Vance Holliday dirigió nuevas excavaciones en 2022 y 2023. Esta vez, su equipo recolectó muestras de barro de las antiguas capas de suelo que contenían las huellas, en lugar de depender de restos de plantas. Luego, las muestras se enviaron a dos laboratorios independientes, los cuales produjeron resultados de datación consistentes que oscilaron entre hace 20.700 y 22.400 años. Según los hallazgos publicados en Progreso científicoEste nuevo conjunto de datos confirma análisis anteriores de polen y semillas, pero evita las complicaciones causadas por antiguas fuentes de carbono. Holliday señaló: «Ahora tenemos 55 fechas de radiocarbono de diversos materiales, todas apuntando al mismo período».

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La convergencia de estas pruebas independientes y materiales variados otorga considerable credibilidad al argumento de que los humanos estuvieron presentes en América del Norte mucho antes de lo que se pensaba. Las huellas mismas se conservan en sedimentos finos que alguna vez fueron parte del lecho de un arroyo que alimentaba el lago Otero, un gran lago de la Edad de Hielo que desde entonces se ha transformado en las dunas de yeso que caracterizan a White Sands en la actualidad. El Servicio de Parques Nacionales de EE. UU. destaca que la zona era mucho más hospitalaria durante el Pleistoceno tardío de lo que es hoy.

Holliday, que ha estado involucrado en el mapeo geológico del sitio desde 2012 y es coautor de los estudios de 2021 y 2025, destacó cómo la datación recientemente confirmada ubica las huellas en una era glacial que antes se pensaba que era demasiado severa para la habitación humana. En lugar de huellas aisladas, las impresiones indican una serie de movimientos deliberados sobre suelo húmedo, lo que ofrece una sorprendente visión del comportamiento humano primitivo. Jason Windingstad, un estudiante de doctorado que participó en el trabajo de campo más reciente, expresó la importancia de presenciar las huellas y dijo: «Esencialmente contradice todo lo que nos han enseñado sobre la gente de América del Norte».

A pesar de la evidencia convincente, algunos científicos se mantienen cautelosos debido a la falta de herramientas u otros artefactos culturales cercanos. Los críticos argumentan que la falta de restos materiales dificulta sacar conclusiones definitivas sobre el contexto de las huellas. Holliday respondió señalando que dichos artículos no necesariamente se encontrarían en un lugar utilizado principalmente para el tránsito. «Estas personas vivían de sus artefactos y estaban muy lejos de donde podían conseguir materiales de reemplazo», explicó, sugiriendo que pudieron haber tenido cuidado de no perder o tirar objetos mientras navegaban por el área.

En última instancia, la investigación sostiene que la línea de tiempo establecida por las huellas y el contexto geológico que las rodea es uno de los indicadores más fiables de la presencia humana temprana en el continente hasta la fecha, incluso si no proporciona una reconstrucción cultural completa.



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