La investigación muestra que la degradación forestal amenaza la biodiversidad y las especies únicas de polillas mediterráneas


Entomólogos del Centro de Biología de la Academia Checa de Ciencias (BC CAS) y de la Universidad de Bohemia del Sur (USB) han revelado importantes hallazgos sobre la biodiversidad de la región mediterránea, tradicionalmente considerada un paraíso bañado por el sol. Su investigación muestra que los verdaderos tesoros ecológicos de la región no se encuentran en los densos bosques, sino en los paisajes abiertos y en mosaico moldeados durante miles de años por las actividades humanas y el pastoreo de los animales.

Esta investigación es especialmente crítica en una región reconocida como un punto crítico de biodiversidad global, hogar de aproximadamente 30.000 especies de plantas vasculares, de las cuales 13.000 son endémicas (especies que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo). A modo de contexto, la República Checa alberga aproximadamente 3.000 plantas vasculares, de las cuales sólo 50 son endémicas. La región mediterránea ha influido significativamente en la civilización humana, lo que ha dado lugar a debates complejos sobre los hábitats naturales de la zona y los esfuerzos de conservación.

Martin Konvička, investigador que participó en el estudio, señala que los hábitats originales, que alguna vez florecieron con especies endémicas, no se mantuvieron principalmente mediante prácticas agrícolas, sino mediante grandes mamíferos herbívoros. La transición a la agricultura y la ganadería, que comenzó después de la extinción de estos mamíferos, ha desempeñado un papel crucial en la transformación del paisaje en sabanas abiertas. La idea de que los paisajes mediterráneos alguna vez estuvieron en gran parte boscosos se remonta a pensadores antiguos como Platón, pero esta idea ha sido debatida durante mucho tiempo.

Las políticas ambientales y estrategias de conservación actuales pueden no estar bien alineadas con las realidades de la ecología de la región. Los usos tradicionales de la tierra que mantenían estos hábitats abiertos están disminuyendo, lo que lleva a un abandono generalizado de la tierra y a la degradación de bosques densos. Este cambio amenaza la supervivencia de muchas especies únicas que dependen de estos entornos abiertos para su existencia.

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Un estudio exhaustivo reciente publicado en la revista Biological Conservation tiene como objetivo aclarar estas complejidades. Los investigadores dirigidos por Konvička y Jana Šlancarová Lipárová se centraron en las macropolillas, un grupo muy diverso y siete veces más rico en especies en comparación con las mariposas de toda Europa. El equipo llevó a cabo su investigación durante dos años, abarcando un tramo desde el sur de Grecia hasta Macedonia del Norte, y evaluó 150 sitios diferentes con distintos grados de invasión forestal, incluidos pastizales de pastoreo, matorrales escasos y bosques densos.

En total, los investigadores recolectaron 42.136 polillas individuales repartidas en 641 especies. Sus hallazgos indican que aunque el número de especies en estos hábitats es similar, la composición de especies varía considerablemente. Las polillas endémicas de la región mediterránea prosperan principalmente en hábitats abiertos, como matorrales dispersos y pastizales de pastoreo, mientras que los bosques cerrados albergan principalmente especies comunes en Europa central, cuyas áreas de distribución se extienden mucho más al norte y al este.

A medida que los paisajes mediterráneos cambian debido al enfriamiento del clima y la urbanización, especies locales únicas están siendo desplazadas por especies más extendidas de las regiones del norte. Alena Bartoňová, otra coautora del estudio, destaca el impacto de los proyectos de energía renovable, que a menudo se implementan en estos hábitats abiertos vitales, lo que complica aún más los esfuerzos de conservación.

Los investigadores enfatizan la necesidad crucial de proteger y preservar estos paisajes gestionados tradicionalmente (pastizales de pastoreo y matorrales escasos) que son esenciales para mantener la extraordinaria biodiversidad del Mediterráneo. Sin intervención, la transformación continua de estos ecosistemas plantea una grave amenaza a la flora y fauna únicas de la región.



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