La Cumbre de Paz de Gaza en Egipto destaca las cuestiones pendientes en medio de un frágil alto el fuego


En una importante reunión internacional en Sharm el-Sheikh, se discutió el futuro de la guerra en curso entre Israel y Hamás sin abordar cuestiones críticas en torno al Estado palestino y el desarme de Hamás. La ausencia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, supuestamente debido a la intervención del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, subrayó la complejidad de las negociaciones. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, asistió, pero su control limitado sobre Gaza socavó cualquier representación del territorio, ya que Hamas tiene el poder allí. La cumbre fue testigo de la devastación dentro de las filas de Hamás, ya que gran parte de su liderazgo se enfrentaba a la eliminación durante el reciente conflicto.

La cumbre, copresidida por el expresidente estadounidense Donald Trump y el presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi, reunió a líderes de más de 20 países para comprometerse con un alto el fuego y un plan de paz, a través del cual Hamás e Israel habían llegado a un acuerdo inicial apenas unos días antes, el 8 de octubre. Esta reunión coincidió con la liberación de los veinte rehenes israelíes vivos por parte de Hamás, que fueron canjeados por un número significativo de prisioneros palestinos.

A pesar de las figuras destacadas, la cumbre reflejó en gran medida gestos simbólicos más que abordar cuestiones de fondo. Se dejaron de lado cuestiones clave, como la retirada total de Israel de Gaza, la reconstrucción estimada en 53.000 millones de dólares de la región devastada y los futuros mecanismos de gobernanza. Los observadores señalaron que estas cuestiones no resueltas podrían allanar el camino para conflictos futuros.

La cumbre produjo dos documentos principales:

  1. La Declaración de Trump para la paz y la prosperidad duraderas – Este acuerdo, firmado por Trump, el-Sisi y representantes de Qatar y Turquía, contenía amplios compromisos para apoyar el alto el fuego y enfatizaba la importancia de la estabilidad, la seguridad y la prosperidad económica regionales. Sin embargo, no abordó aspectos específicos relacionados con la gobernanza o el desarme de Hamás.

  2. Una declaración conjunta – Este documento reiteró el compromiso de promover la igualdad entre israelíes y palestinos, pero, al igual que el primero, no proporcionó detalles concretos sobre el estado o el proceso para desarmar a Hamás. El lenguaje utilizado sugería una visión de tolerancia y oportunidades, pero ofrecía pocos pasos prácticos.
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Las discusiones en la cumbre incluyeron referencias indirectas al Estado palestino. El presidente El-Sisi subrayó que el establecimiento de un Estado palestino era esencial para una solución a largo plazo del conflicto. Algunos analistas interpretaron el énfasis en la igualdad como un reconocimiento tácito de las aspiraciones del Estado, especialmente dada la presencia de Abbas.

Curiosamente, la narrativa de la cumbre careció de menciones directas a Hamás. La organización, que está en el centro del conflicto, no fue condenada explícitamente durante las discusiones y no se hizo ninguna referencia al ataque del 7 de octubre que desató las actuales hostilidades. En cambio, los mediadores regionales, especialmente Qatar y Egipto, fueron elogiados por su papel en la mediación del alto el fuego.

El desarme siguió siendo una cuestión controvertida y no se formularon compromisos vinculantes en los documentos de la cumbre. Antes de la reunión, Hamás había rechazado firmemente el desarme, afirmando que estaba fuera de discusión. El Ministro de Asuntos Exteriores alemán señaló que algunos países parecían estar presionando a Hamás en relación con el desarme, pero que la cuestión se pospuso para futuras negociaciones.

Al final, la cumbre de Sharm el-Sheikh obtuvo la aprobación de un alto el fuego por parte de la comunidad internacional, lo que alimentó cierto optimismo sobre su sostenibilidad. Sin embargo, la naturaleza simbólica de la reunión y el aplazamiento de cuestiones críticas como la creación de un Estado palestino y el papel de Hamas en la gobernanza sugieren que el camino hacia una paz duradera sigue plagado de desafíos. A medida que la situación evolucione, la atención se centrará en negociaciones posteriores para abordar estas cuestiones apremiantes.



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