En un momento clave tanto para israelíes como para palestinos, el lunes estaban en marcha los preparativos para el regreso de los últimos 20 rehenes vivos de Gaza, coincidiendo con un período de duelo por quienes perdieron la vida en un brutal conflicto de dos años. Este intercambio crucial marca un gran avance en el alto el fuego negociado después de lo que se ha llamado la guerra más mortífera entre Israel y Hamás.
A medida que aumentaban las esperanzas de que los rehenes se reunieran con sus familias, los principales medios israelíes transmitieron una cobertura especial esperando su regreso sano y salvo. El ambiente estuvo cargado de emociones cuando la multitud se reunió en la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv para presenciar el desarrollo del evento en pantallas gigantes.
El momento representa un capítulo doloroso para Israel, ya que los rehenes fueron tomados durante un ataque sorpresa de Hamás en octubre de 2023, lo que desató el conflicto en curso. Su encarcelamiento ha galvanizado el apoyo público, y muchos llevan cintas amarillas y participan en manifestaciones semanales para pedir su liberación. A medida que avanzaba la guerra, aumentaron las críticas al primer ministro Benjamín Netanyahu, y los manifestantes lo acusaron de politizar la situación.
Se espera que los rehenes sean entregados al Comité Internacional de la Cruz Roja antes de ser entregados al ejército israelí. Mientras tanto, persiste la incertidumbre sobre los restos de otros 28 rehenes mientras un grupo de trabajo internacional trabaja para localizarlos.
Junto con el regreso de los rehenes, los palestinos esperan la liberación de cientos de prisioneros retenidos por Israel, incluidos individuos que cumplen cadena perpetua por ataques a israelíes, así como otros detenidos durante el conflicto. Las diferentes percepciones de estos individuos resaltan la complejidad de la situación: mientras los funcionarios israelíes los clasifican como terroristas, muchos palestinos los ven como luchadores por la libertad que se resisten a la ocupación.
La llegada del presidente estadounidense Donald Trump a la región añade una nueva capa a la historia que se está desarrollando. Trump se reunirá con las familias de los rehenes y se dirigirá a la Knesset, afirmando que «la guerra ha terminado» y expresando optimismo de que el alto el fuego se mantendrá. Después de su visita a Israel, Trump participará en una cumbre de paz en Egipto con líderes regionales, incluido Mahmoud Abbas, jefe de la Autoridad Palestina.
Siguen sin resolverse cuestiones clave sobre la futura gobernanza de Gaza y el proceso de reconstrucción. El plan propuesto por Estados Unidos incluye un organismo internacional para administrar Gaza, mientras Hamás continúa exigiendo un gobierno local entre los palestinos y se opone al desarme. El acuerdo de alto el fuego también describe opciones para que una fuerza de seguridad internacional liderada por árabes facilite el orden a medida que las fuerzas israelíes se retiran gradualmente de áreas críticas.
En el contexto de estos acontecimientos, la crisis humanitaria en Gaza se está volviendo cada vez más grave. Las Naciones Unidas dijeron que Israel ha aprobado una cantidad significativa de ayuda y se espera que las entregas aumenten para traer recursos a la asediada población. Al describir una situación terrible, el jefe humanitario enfatizó que gran parte de Gaza ahora parece un páramo, con planes urgentes para restablecer los servicios esenciales.
Ahora que la guerra ha terminado oficialmente, el número de víctimas es enorme. Miles de personas han muerto desde que comenzaron las hostilidades, y el Ministerio de Salud de Gaza informó más de 67.000 muertes, cifra que incluye a muchas mujeres y niños. A medida que comienzan los esfuerzos de recuperación, la comunidad internacional observa de cerca, consciente del potencial de nuevas escaladas en una región volátil marcada por conflictos y sufrimientos profundamente arraigados.