En el pueblo de Taybeh, situado en la cima de una colina, conocido por su significado bíblico como lugar que visitó Jesús, los domingos por la mañana resuenan el sonido de las campanas de la iglesia que llaman a los fieles a adorar. Taybeh es el último pueblo plenamente cristiano en la Cisjordania ocupada y alberga una amplia gama de denominaciones cristianas, incluidas la católica romana y la ortodoxa griega. La comunidad cristiana local, profundamente arraigada en su identidad palestina, alberga un antiguo deseo de paz e independencia, pero enfrenta crecientes preocupaciones sobre la violencia de los colonos judíos y las estrictas restricciones de movimiento impuestas por las autoridades israelíes.
La reciente escalada del conflicto en la región no ha hecho más que aumentar estos temores. El reverendo Bashar Fawadleh, pastor de la Iglesia Católica Cristo Redentor, expresó una creciente frustración entre los residentes y dijo: «Estamos tan cansados de esta vida». A pesar de un acuerdo reciente para detener temporalmente los combates en Gaza, muchos en Taybeh creen que la situación en Cisjordania requiere una solución más profunda, y los llamados a la expulsión de los colonos de las áreas locales se vuelven cada vez más evidentes.
Al asistir a una animada misa en el Cristo Redentor, las familias estaban rodeadas de símbolos de su fe, con las banderas del Vaticano y Palestina en un lugar destacado. Escenas similares se desarrollaron en la Iglesia Ortodoxa Griega de St. George, donde el reverendo David Khoury expresó la sensación de confinamiento que sienten los lugareños, equiparando su experiencia con la vida en una “gran prisión”.
El conflicto actual, que se intensificó tras el ataque de Hamás a Israel a principios de octubre, ha provocado un aumento significativo de la violencia en Cisjordania. Las operaciones militares israelíes han aumentado drásticamente en respuesta a las amenazas percibidas, y muchos civiles palestinos afirman que también han quedado atrapados en el fuego cruzado. Suheil Nazzal, ministro de música de la comunidad católica local desde hace mucho tiempo, se quejó de que los colonos ahora le impiden cosechar sus olivos y contó un incidente reciente en el que un incendio provocado por los colonos se acercó de manera alarmante al cementerio de su familia.
Las familias cristianas de Taybeh luchan con las duras realidades de la vida en una región a menudo sumida en la violencia y la inseguridad. Si bien Nazzal planea permanecer en Taybeh, muchos otros están considerando emigrar debido a la escalada de violencia, la disminución de las oportunidades económicas y la naturaleza opresiva de la vida cotidiana bajo la ocupación. Victor Barakat y su esposa, Nadeen Khoury, quienes se mudaron a Taybeh desde Massachusetts, expresaron apasionadamente su compromiso de criar a sus hijos en la zona. Sin embargo, expresaron su preocupación porque el entorno de seguridad es ahora más peligroso que durante la Intifada de principios de la década de 2000, lo que limita significativamente sus actividades diarias.
Mientras las instituciones educativas cristianas de Taybeh enfrentan las consecuencias de la inestabilidad actual, el impacto sobre los jóvenes es claro. Marina Marouf, subdirectora de la escuela católica local, destacó el miedo constante que rodea a los viajes, y los estudiantes a menudo se ven obligados a soportar un refugio prolongado en la escuela debido a los repentinos puestos de control establecidos por las fuerzas israelíes.
En Cisjordania, los cristianos representan sólo entre el 1 y el 2% de la población, una cifra que está disminuyendo gradualmente a medida que el conflicto aleja a muchos. A pesar de esta tendencia, los líderes y el clero locales enfatizan la importancia de mantener su presencia cristiana en el lugar de nacimiento de su fe. El reverendo Francesco Ielpo, recientemente nombrado para Tierra Santa, destacó la misión crucial de brindar esperanza y estabilidad en un panorama de desesperación.
Ante desafíos importantes, el clero de Taybeh está uniendo fuerzas para brindar apoyo y recursos, incluidos programas para jóvenes y talleres de empleo. Su objetivo no sólo es abordar las dificultades inmediatas, sino también infundir un sentido de esperanza, resumido en la esperanzada invocación de Fawadleh del «tercer día», que simboliza un deseo de renovación, libertad y salvación definitiva para el pueblo palestino.