La Fuerza Aérea de EE. UU. Está investigando el potencial de registrar un gran avión sigiloso tipo ala voladora, equipado con innumerables misiles aéreos de aire, en su estrategia de superioridad aérea para el futuro. Las fuentes indican que este concepto puede inspirarse en el Northrop Grumman B-21, aunque todavía está en sus fases provisionales. La Fuerza Aérea está abierta a la consideración de otros contratistas para el desarrollo debido a las limitaciones actuales de Northrop en la capacidad de producción de B-21.
Esta aeronave presentada se integraría además de las tripulaciones tradicionales como el F-22, F-35 y F-47, así como posibles aviones de cooperación no escritos (CCA). Estos cazadores tendrían la tarea de detectar y designar objetivos aéreos, lo que permite al cohete secreto entrar efectivamente en él.
Un funcionario de la Fuerza Aérea Senior enfatizó que existen métodos alternativos para alcanzar números más grandes en peleas aéreas sin confiar solo en los CCA, lo que sugiere que múltiples opciones se consideran internamente. El concepto de cohete es particularmente relevante a la luz de las preocupaciones estratégicas sobre posibles conflictos militares con China, especialmente en escenarios con Taiwán. La proximidad de China puede permitirle utilizar un número considerable de cazadores avanzados sin la necesidad de la pestaña de aire, creando desafíos importantes para las tropas estadounidenses que trabajan al alcance.
Durante las recientes discusiones de alto nivel dentro de la Fuerza Aérea, los líderes consideraron la definición de un «cazador», que refleja la naturaleza en desarrollo de la guerra aérea. Un funcionario señaló que las clasificaciones tradicionales ya no pueden ser suficientes en una era en la que las posibilidades de aeronaves se superponen cada vez más.
La idea del B-21 como cohete se propuso inicialmente a fines de la década de 2000 cuando se establecieron los requisitos del bombardero. Las posibilidades aire-aire no se incluyeron en ese momento, consideradas superfluas en vista de los números de producción bajos esperados y la urgencia de expandir la flota de bombarderos sigilosos. Ha surgido el interés en esta posibilidad, especialmente a la luz de las recientes personas de guerra que proyectan conflictos futuros con las tropas estadounidenses.
Aunque algunos funcionarios han indicado un papel potencial para las opciones de aire aire en el B-21, también ha habido una considerable resistencia a la idea. Los analistas reconocen las capacidades existentes de la flota de bombarderos y señalan que los cambios propuestos deben justificarse mediante una comprensión profunda de las necesidades militares y la dinámica estratégica.
Mark Gunzinger, director de futuros conceptos espaciales en el Instituto Mitchell para Estudios Aeroespaciales, sugirió que un inventario mixto de tipos de armas para el B-21 podría ser beneficioso. Hizo hincapié en la escasez existente de municiones aéreas, lo que significa que la necesidad de volver a evaluar el papel del bombardero en el campo de batalla moderno.
Además, las restricciones de producción del B-21, que actualmente están cubiertas con aproximadamente siete a ocho unidades al año, son un obstáculo importante. La legislación está disponible para mejorar las opciones de producción, lo que puede aumentar la producción a no menos de 20 aviones por año, coincidiendo con cifras de producción histórica para bombarderos anteriores.
Aunque las restricciones presupuestarias de la Fuerza Aérea hacen que el desarrollo de una nueva plataforma aérea es poco probable, la posibilidad de cambiar el B-21 para los trolls de rastrillo es factible y financieramente atractiva. Los analistas están particularmente preocupados por las acciones actuales de municiones aéreas, con advertencias que parecen que las acciones existentes pueden agotarse rápidamente en un conflicto a largo plazo.
Continuará habiendo preocupación por la logística operativa del uso de bombarderos que probablemente tengan que estar estacionados más lejos de las áreas de combate. Una alternativa que se está considerando es el programa Longshot, que tiene como objetivo crear aviones pequeños y reemplazables que puedan usar misiles más cerca de las zonas de combate de aire, aunque no son reutilizables y se les ocurre sus propios razones de costos.
Las discusiones estratégicas actuales sugieren la necesidad de un análisis extenso antes de que se comprometan con nuevas capacidades en el B-21. Sin embargo, los expertos están de acuerdo en que existe un mérito al explorar la integración de las armas aéreas en el marco de bombarderos existente, aunque aún no se han sacado conclusiones definitivas. El objetivo general sigue siendo maximizar la efectividad de las fuerzas estadounidenses en el contexto de las amenazas globales en evolución.