Las primeras pruebas de laboratorio han demostrado resultados prometedores para una nueva conexión que se conoce como HI1A, que tiene el potencial de lograr una revolución en el tratamiento médico después de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Esta conexión bloquea las señales de estrés que generalmente dan lugar a las células de oxígeno para detener la función, un avance significativo en los intentos de limitar el daño celular durante tales eventos de salud críticos. Las pruebas humanas para HI1A comienzan a finales de este año.
Este descubrimiento innovador es lo más destacado de una extensa investigación dirigida por el bioquímico Glenn King en la Universidad de Queensland. King y su equipo han investigado péptidos que se derivan del veneno de Funnel-Web Spinn de K’gari (Isla Fraser). Este trabajo está destinado a aislar sustancias que puedan cambiar la actividad del canal iónico, de puertas de enlace que controlan las señales eléctricas en las células. Dichas conexiones son de gran importancia en la investigación médica debido a su capacidad para influir en los sistemas moleculares que regulan la señalización nerviosa y las contracciones musculares.
El creciente interés en las aplicaciones terapéuticas del veneno animal refleja una tendencia más amplia dentro de la ciencia biomédica. Los investigadores descubren que las toxinas animales pueden reutilizarse para beneficios para la salud, en el que las aplicaciones se extienden más allá de los problemas cardiovasculares a diversas condiciones relacionadas con el estrés celular.
Las arañas de Webn-Web, conocidas por su poderoso veneno, no son inherentemente agresivas con las personas. Su veneno, que consiste en una compleja serie de péptidos, funciona principalmente para paralizar a su presa alterando el sistema nervioso. Según King, el veneno animal sirve como un «cofre del tesoro» de las conexiones bioactivas, cada una con el potencial de interacciones precisas con las membranas celulares.
En el caso específico de HI1A, los estudios han demostrado que la conexión puede interrumpir la reacción en cadena causada por la terminación del suministro de sangre durante un ataque cardíaco o accidente cerebrovascular. En circunstancias normales, los niveles de oxígeno no aumentan lo suficiente, la acidez del tejido aumenta, lo que activa las señales que conducen a la muerte celular. Sin embargo, al inhibir esta señal, se ha demostrado que HI1A ocurre hasta el 80 por ciento del daño cerebral en los modelos de ratones, incluso horas después de que haya comenzado un derrame cerebral.
Para traducir esta investigación innovadora en una medicina viable, el componente venenoso natural debe sufrir una replicación sintética, junto con pruebas exhaustivas. Para promover este proyecto, el rey y el colega Nathan Palpant Infensa Bioscience han establecido, una startup en Brisbane, que se centra en desarrollar una versión de drogas de HI1A que sea adecuada para aplicaciones clínicas.
Cuando los estudios en humanos comienzan más adelante este año, el primer enfoque será en pacientes que padecen ataques cardíacos agudos. Las pruebas están destinadas a determinar si los efectos protectores que se observan en entornos de laboratorio pueden traducirse efectivamente a sujetos de prueba humanos. Si tiene éxito, esta conexión puede ser utilizada por los socorristas en las primeras horas cruciales después de una emergencia cardiovascular, de modo que el daño tisular se mitiga considerablemente.
La búsqueda de conexiones terapéuticas dentro del veneno animal no se limita a las arañas web en embudo. Como señaló los observadores en la industria, la semaglutida de medicamentos antidiabéticos, mejorando como Ozempic, originalmente derivado del veneno del monstruo Gila, un Hagedis del norte estadounidense. Esto ilustra un principio más amplio: las toxinas naturales han evolucionado para manipular varios procesos biológicos, lo que los convierte en candidatos prometedores para el desarrollo innovador de fármacos.
El veneno de araña de Webn-Web consiste en miles de péptidos únicos, y aunque HI1A está actualmente en el centro de atención, los investigadores siguen siendo optimistas de que otras moléculas en la composición del GIF pueden ofrecer tratamientos para trastornos neurológicos y dolor crónico. King’s Research Group se esfuerza por explorar estas conexiones y enfatiza cómo una sola fuente de veneno puede producir múltiples formas de progreso en la ciencia médica.