Casi la mitad de todos los estadounidenses se ven afectados por la presión arterial alta o la hipertensión, que es como el factor de riesgo principal para las afecciones cardíacas y los accidentes cerebrovasculares. Además de estas amenazas cardiovasculares significativas, la hipertensión también aumenta el riesgo de demencia y deterioro cognitivo. Alarmante, solo alrededor del 25% de las personas con antecedentes de presión arterial alta han manejado efectivamente su condición.
En agosto de 2025, la American Heart Association y el American College of Cardiology dieron nuevas pautas para la prevención y el manejo de la hipertensión, derivada de una amplia visión general de la literatura de la última década. El cardiólogo Dr. William Cornwell de la Universidad de Colorado Anschutz Medical Campus tiene las implicaciones de estas nuevas pautas y su interés en el manejo de la presión arterial.
Un cambio importante en las directrices es la definición actualizada de hipertensión, que ahora utiliza criterios más estrictos y determina la presión arterial objetivo más baja en comparación con los estándares anteriores establecidos en 2017. La presión arterial se evalúa con la ayuda de dos mediciones: la presión sistólica, marcando el poder en los vasos sanguíneos durante las contracciones cardíacas y la presión diatólica, que es la presión en la presión cuando el corazón está en reposo. Las nuevas definiciones han eliminado la categoría de «prehipertensión», que ahora clasificó a los pacientes en «aumento de la presión arterial» y varias etapas de hipertensión.
Las implicaciones de esta herkalibración pueden ser considerables, lo que hace posible millones de estadounidenses que no sean conscientes de su aumento de los niveles de presión arterial entre los nuevos estándares. El Dr. Cornwell enfatiza la importancia del diálogo con los proveedores de atención sobre la hipertensión basada en estas actualizaciones y la necesidad de cambios en el estilo de vida, incluida una dieta equilibrada, ejercicio regular y una buena higiene del sueño.
Las últimas pautas también enfatizan la correlación entre el consumo de alcohol y la hipertensión, y recomiendan a los pacientes que limiten su ingesta. Un metaanálisis reciente sugirió que incluso el consumo modesto de alcohol puede paso a paso. Para aquellos que reducen el alcohol, a menudo se puede observar una disminución notable de la presión arterial.
Las recomendaciones dietéticas han sido fundamentales para las pautas, con un fuerte énfasis en el consumo de menos de 2,300 miligramos de sal al día, preferiblemente menos de 1500 miligramos. Las pautas defienden la dieta Dash, que promueve una rica ingesta de frutas, verduras, lácteos bajos en grasa y granos completos, y sugiere que el cumplimiento de la terapia puede conducir a una reducción significativa de la presión arterial.
La actividad física también se subraya, con evidencia que indica que aumentar los ejercicios aeróbicos puede reducir efectivamente la presión arterial sistólica y diastólica, ambos con el tiempo. Las pautas recomiendan 150 minutos de ejercicios moderados cada semana para obtener los máximos beneficios.
Las estrategias preventivas incluyen el uso de una nueva herramienta para la evaluación de riesgos llamada preventamente, que factores en la demografía personal, los niveles de colesterol, el historial médico y las mediciones de la presión arterial existente para medir el riesgo cardiovascular. Esta herramienta está destinada a ajustar los enfoques de la atención médica, en particular valiosa para aquellos que tienen que lidiar con múltiples afecciones crónicas.
La American Heart Association ha identificado ocho comportamientos de salud fundamentales que son cruciales para el manejo de la presión arterial y la salud cardiovascular general. Estos incluyen el cumplimiento de una dieta saludable, actividades físicas regulares, evitar fumar, garantizar suficiente sueño y mantener el control sobre el peso, el colesterol y los niveles de presión arterial.
Finalmente, estas pautas actualizadas defienden un tratamiento más agresivo de la hipertensión, que reconoce la presión arterial no controlada como un predictor significativo de las afecciones cardíacas y los accidentes cerebrovasculares. Este cambio es un ejemplo de una creciente dedicación a la atención médica personalizada y preventiva para combatir uno de los principales problemas de salud de Estados Unidos.