En una conferencia de prensa reciente en el Reino Unido, el ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó su intención de reclamar la base de vuelo de Bagram en Afganistán. Esta declaración se produjo en medio de las constantes discusiones sobre la presencia militar estadounidense en la región, que fue un tema controvertido después del renacimiento de los talibanes en 2021. Trump enfatizó el significado estratégico de la base aérea, en la que se afirmó que estaba a solo una hora de China, y preocupado por la posible cara china.
A rápidamente respondió a las declaraciones de Trump, un oficial talibán rechazó rápidamente la posibilidad de una recuperación militar estadounidense en Afganistán. Zakir Jalal, un representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de los talibanes, fue a las redes sociales para aclarar que, aunque los talibanes están abiertos a tareas con los Estados Unidos, tales discusiones tendrían lugar sin ninguna huella militar de Washington. Hizo hincapié en la necesidad de una relación basada en el «respeto mutuo y los intereses compartidos», lo que indica que las relaciones diplomáticas pueden seguirse a pesar de la ausencia de tropas estadounidenses.
A principios de este año, el ex presidente comentó sobre la situación durante una visita a la Base Aérea Al-Euweid en Qatar, donde repitió y reclamó la importancia de la base de vuelo de Bagram: «No lo dejaremos». Sus afirmaciones implicaban que descuidar el control de esta ubicación estratégica podría conducir a una mayor influencia china en la región.
Bagram Airbase, ubicada en la provincia de Parwan, a unos 60 kilómetros al norte de Kabul, tiene una historia legendaria. Fue construido por la Unión Soviética en la década de 1950 y vio varias fases de control por décadas de conflictos. Después de que fue abandonado en 1990, fue superado por las fuerzas estadounidenses y aliadas después de los ataques del 11 de septiembre, y siguió siendo un centro central en la «Guerra contra el Terror» durante las siguientes dos décadas. La retirada de los Estados Unidos comenzó seriamente en 2020 después de un acuerdo con los talibanes, lo que condujo a la transferencia final de Bagram en 2021.
En medio de estos desarrollos, las afirmaciones del ex presidente han llevado a la controversia y enfatizan las constantes tensiones geopolíticas en Afganistán, en particular con respecto a las relaciones entre Estados Unidos y China. A medida que la situación evoluciona, la posición de los talibanes indica una fuerte oposición a todos los intentos de restaurar las operaciones militares estadounidenses en el país, de modo que se cuestionan el futuro de las relaciones estadounidenses y las implicaciones más amplias para la seguridad regional.