El debate ético está tomando cada vez más la conciencia potencial en el laboratorio -Green Brain Organoides


Los científicos están en el punto de un progreso importante en el cultivo de tejidos en forma de cerebro humano en entornos de laboratorio, lo que lleva a un debate ético en ciernes sobre estos desarrollos. En el centro de la discusión hay «organoides cerebrales», que a menudo son un aborto espontáneo como un «cerebro en cajas» futuristas. Estos organoides, desarrollados por células madre, consisten en pequeños grupos de tejido cerebral que, aunque pueden imitar las características básicas de la estructura del cerebro humano, son demasiado simplistas para trabajar como un verdadero cerebro humano.

Tradicionalmente, los investigadores han asumido que la falta de complejidad en los organoides cerebrales significa que no tienen conciencia, lo que resulta en regulaciones relativamente relajadas que controlan su uso. Sin embargo, un número creciente de científicos, incluido el investigador bioético Christopher Wood de la Universidad de Zhejiang en China, afirma que con el progreso tecnológico la creación de organizides conscientes puede ser posible pronto. Publicado en un artículo reciente de la revista PatronesWood y sus colegas defienden una reevaluación de las pautas éticas que regulan el uso de estos organoides y enfatizan que no sería ético que un organoide posee la capacidad de dolor o pensamiento independiente.

El tema de la conciencia es particularmente complejo. Los organoides cerebrales están mostrando actualmente una organización limitada en un entorno de dos dimensiones; Sin embargo, cuando se cultivan en estructuras de tres dimensiones, pueden imitar las redes anatómicas que se encuentran en los cerebros embrionarios. Aunque muchos neurocientíficos creen que la conciencia requiere áreas intermunicipales entre diferentes áreas cerebrales, algo que estos organoides no logran, las definiciones de conciencia pueden hacer posible los soportes básicos dentro de estructuras más simples.

Los filósofos y los neurocientíficos tienen diferentes opiniones sobre lo que es la conciencia. Algunos lo consideran en primer lugar como autoconsciencia, mientras que otros lo definen en términos de la capacidad de experimentar sensaciones como el dolor y el placer. A pesar del debate actual, no hay un consenso generalizado sobre estas definiciones. En particular, los organoides cerebrales se roban la entrada sensorial, porque se cultivan fuera de un organismo vivo y plantean preguntas sobre su capacidad para experimentar cualquier forma de conciencia.

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Sin embargo, los escépticos de la conciencia organoide afirman que la simplicidad anatómica de estas estructuras excluye la posibilidad de percepción del dolor. Sin embargo, el progreso en la tecnología organoide sugiere que en los próximos cinco a diez años es posible desarrollar organoides más avanzados que puedan simular la conciencia. Estudios recientes han tomado medidas para introducir los vasos sanguíneos en los organoides y la absorción de otros tipos de células, como la microglia, lo que mejora su complejidad.

Las directrices actuales de la Sociedad Internacional de Investigación de Células madre (ISSCR) trivializan el potencial de que los organoides experimenten la conciencia o el dolor, y afirma que actualmente no existe evidencia biológica sustancial para respaldar tales afirmaciones. Sin embargo, los expertos ahora defienden una revisión de estas regulaciones a la luz de los nuevos hallazgos. Las preocupaciones éticas adyacentes giran en torno a la suposición de que a medida que los organoides alcanzan la conciencia, su bien debe considerarse porque pueden representar entidades moralmente relevantes con sus propios intereses.

Las opiniones varían sobre este dilema ético. Mientras que algunos científicos, como Boyd Lomax de la Universidad Johns Hopkins, argumentan que la supervisión regulatoria más estricta que se relaciona con la que se aplica a la investigación que involucra a animales, como Andrea Lavazza de la Universidad de Pegaso, no se ven ningún problema ético con el desarrollo de organoides conscientes.

A medida que las líneas entre la ética y la exploración científica se difuminan, muchos expertos enfatizan la necesidad de cooperación en áreas multidisciplinarias para garantizar que las regulaciones reflejen la realidad de la investigación de los organoides cerebrales. Dado que el progreso en la tecnología organoide se mueve rápidamente, la carga de la prueba con respecto a la conciencia pronto puede cambiar de aquellos que abogan por su viabilidad a los escépticos que desean refutarla. Las consecuencias de estos avances pueden obligar a la sociedad a las preguntas profundas sobre la conciencia, las consideraciones éticas y la esencia de lo que significa ser consciente de un cerebro de laboratorio.



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