En un sorprendente paso en falso, Nic Pizzolatto hace su debut en dirección con ‘Easy’s Waltz’, una película que falla espectacularmente en múltiples frentes, como resultado de los cuales el público cuestiona los talentos de los involucrados en su establecimiento. Al escribir en la dirección y actuar, nada encuentra su pie, lo que resulta en lo que solo puede describirse como un reloj exhaustivo.
La película se siente como un desastre sensible a la presión sin una mano líder para enviarla de la catástrofe. Enrolla de una escena incoherente a otra y carece de una visión o visión coherente de sus personajes. Para los espectadores que están familiarizados con el trabajo muy practicado de Pizzolatto en ‘Real Detective’, esta falta de cohesión narrativa es particularmente impactante.
Lo que uno podría esperar si una escapada clásica de Las Vegas se revela rápidamente como una versión derivada de innumerables otras películas que tienen lugar en Sin City. Presta elementos de diferentes historias, pero logra resonar de manera menos efectiva que incluso ‘The Last Showgirl’ el año pasado. El público se mantiene en la cabeza, incierto sobre las identidades de los personajes con los que pasaron tanto tiempo, principalmente debido al tratamiento superficial que reciben durante la película.
El canto de Vince Vaughn y el diálogo de la película están notablemente sin inspiración, con un diálogo que se cae, a pesar de la insistencia de la película de que es fascinante. El potencial de comedia se pierde en la rutina de la experiencia general. Los espectadores notan que hacen un esfuerzo por descubrir cualquier cualidad redentora, solo para darse cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos, ya que incluso las pocas líneas encantadoras están eclipsadas por la abrumadora monotonía de la película.
La trama presenta Easy, interpretada por Vaughn, un cantante de Las Vegas que nunca ha logrado por completo el éxito que su talento sugiere que debería. Después de que fue despedido de su trabajo para enfrentar a un patrón inquietante, Easy tiene una oportunidad inesperada de actuar en un club local, que se llena para un comediante que interpreta Shane Gillis. Su actuación atrae la atención del ex artista Mickey Albano (Al Pacino), quien le ofrece la oportunidad de cantar en el prestigioso Wynn Resort. Sin embargo, la llegada del complicado hermano Sam (Simon Rex) amenaza con sabotear su nueva oportunidad.
A pesar de estos desarrollos, la película se siente más como un robo de la época de los espectadores que en una historia obligatoria. Las secuencias con versiones musicales están mal ejecutadas, sin ningún sentimiento de autenticidad o peso emocional. El diálogo estrangula la vida de la historia, con ferias dolorosamente rígidas, lo que significa que la audiencia anhela una entrega más robusta. La dependencia de la película de exhibición incómoda y arcos de personajes predecibles exagerados lo establecieron para el fracaso, con giros de la trama tan transparentes que evocan nada más que indiferencia.
A medida que avanza «Easy’s Waltz», se convierte en un espectáculo agotador lleno de movimientos de trama obligatorios y subtramas administradas incorrectamente que quedan con poco respeto. El salto apresurado y confuso de la película salta a través del tiempo y el espacio al final destruyen cualquier posibilidad persistente de resolución, para que los espectadores quieran la fama tranquilizadora de una mejor historia. La experiencia refleja que al escuchar una versión fallida de una canción querida, lo que obligó a la audiencia a anhelar el original mientras lucha por sacudirse la penumbra de esta versión.