La reciente muerte del ex ministro de transporte ruso Andrei Starvoit ha llevado al escepticismo y la preocupación entre los observadores occidentales. Estos críticos apuntan a un patrón de muertes sospechosas en funcionarios de alto rango en Rusia, en particular aquellos que se han quedado fuera de gracia con el presidente Vladimir Putin. Sir William Browder, un destacado activista y autor de ‘Red Co -Fellow’, ha enfatizado durante mucho tiempo las medidas brutales del Kremlin contra diferentes opiniones, lo que sugiere que Putin ha recopilado una enorme riqueza e influencia a través de estos medios.
Starvoit fue descubierto muerto en Odintsovo, cerca de Moscú, solo unas pocas horas después de que se puso una orden oficial en el sitio web del Kremlin en el que anunció su renuncia al puesto ministerial. Esta orden no dio una explicación para su eliminación, lo que dio lugar a especulaciones de que su caída podría estar vinculada a investigaciones en curso sobre la malversación de fondos del Fondo Estatal con respecto al fortalecimiento de los proyectos en la región de Kursk, donde anteriormente se desempeñó como gobernador. Los observadores han notado que tales acusaciones pueden correlacionarse con la incapacidad de Rusia para mantener el control de la región en medio de la reciente ofensiva ucraniana.
Andrei Kartapolov, el actual jefe de un comité de defensa en el parlamento ruso, en comparación con la confusión que rodea la muerte de Starvoit, afirmó que Starvoit había tomado ‘propia vida’ hace algún tiempo. Esta declaración evoca más dudas, especialmente porque coincide con la historia más amplia de la muerte de los funcionarios públicos que a menudo son clasificados como suicidios por los medios de comunicación rusos, una caracterización que, según muchos, es una chapa de acciones más siniestras que los servicios de seguridad toman.
En un comunicado que enfatizaba el humor sombrío en torno a estos incidentes, Browder señaló en las redes sociales que las «ventanas son muy peligrosas en Rusia», refiriéndose a un caso anterior con otro ex compañero año de Putin, Buvaisar Saitiev, de quien se dice que es su muerte. Tales explicaciones subrayan la sospecha omnipresente de que estas muertes pueden no ser tan fáciles como se presentan.
Además, ha surgido una tendencia porque las autoridades rusas intensifican las persecuciones en la corrupción, en la que varios ex oficiales militares han sido condenados recientemente por cargos, que van desde malversación de malversación hasta lavado de dinero. Las condenas de Khalil Arslanov y Timur Ivanov, que recibieron castigos de 17 y 13 años de prisión, respectivamente, reflejan un control continuo de los ex funcionarios, pero también creen la teoría de que desviar las opiniones y el hecho de que el poder en las filas podría haber tenido consecuencias fatales.
Expertos como Ivan Stupak, un ex oficial en los servicios de seguridad en Ucrania, indican que los métodos utilizados por las agencias de seguridad pueden incluir tácticas obligatorias, lo que obliga a las personas a suicidarse a retener a sus familias contra una mayor retribución. La situación presenta una imagen horrible de la longitud que el régimen actual se destinará a mantener el orden y seguirá siendo amenazas potenciales silenciosas, dejando un rastro de preguntas sin respuesta sobre la verdadera naturaleza de estas muertes.