La undécima fase de la Vuelta española fue una conclusión abrupta y controvertida el miércoles cuando los manifestantes pro-palestinos interrumpieron la carrera cerca de la línea de meta en Bilbao, el país vasco. Cuando los atletas se acercaron al final de la etapa de 157.4 kilómetros, los organizadores de las carreras tomaron la decisión de detener la competencia y anunciaron que no se explicaría ningún ganador oficial.
A unos 10 kilómetros del final, las tensiones se intensificaron como manifestantes, saludando con banderas y señales de Palestina que argumentan para Palestina, se reunieron en la ruta. En respuesta a la situación, la policía se utilizó para administrar a la multitud y para garantizar la seguridad de los jinetes y espectadores.
Los funcionarios de la carrera comunicaron a los equipos que se tomarían el tiempo en la marca de 3 kilómetros para calcular los resultados, lo que significa que no se reconocería ningún ganador de la fase final. Sin embargo, indicaron que los puntos para la clasificación de montaña y el sprint intermediario aún se otorgarían.
El líder general Jonas Vingegaard de Visma-Arr-arrendamiento, una bicicleta, expresó su decepción por el abrupto final del escenario y señaló que era lamentable no terminar la carrera según lo previsto. Pensando en la interrupción, Vingegaard dijo: «Es una gran lástima, realmente nos gustaría ganar el escenario», con énfasis en el significado del día que coincidió con el cumpleaños de su hijo.
Mientras se desarrollaba el escenario, el ciclista británico Tom Pidcock de las bikes pro 36.5 fue liderada en los últimos kilómetros, dando a su equipo una probabilidad esperanzada de ganar antes de que ocurriera la perturbación. El evento solicitó la intersección de los problemas deportivos y sociales, porque las manifestaciones públicas están encontrando cada vez más su camino hacia las competiciones deportivas.